En la conversación veracruzana como en la de varios países ganaderos de habla hispana, se utiliza el viejo dicho que señala que “los carniceros de hoy, serán las reses de mañana”. Se aplica cuando alguien se pasa de justiciero o de vengativo, y a quien sus oponentes o críticos, le desearán que algún día pase de victimario a víctima. La frase lleva varias décadas vigente en tierras jarochas.

Y desde luego, en el escenario estatal existen personajes a quienes se les puede encasillar en esta situación. Uno de ellos es Miguel Ángel Yunes Linares, al que, en su época de secretario de gobierno con Patricio Chirinos, le tocó organizar todo el entramado jurídico y probatorio para llevar a la cárcel al exgobernador Dante Delgado. Yunes presumió siempre, haber sido el que tomó la decisión, pero no fue así, ya que Dante se había ganado a pulso el repudio del presidente Ernesto Zedillo.

Pasaron los años, y cuando a Yunes le tocó ser gobernador durante dos años, después de Javier Duarte, también presumió su captura, y también exageró, puesto que fue un tema a cargo de la entonces Procuraduría General de la República, ante el clamor nacional, y por orden de Enrique Peña Nieto.

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De cualquier manera, Yunes Linares aprovechó los dos casos para hacerse fama de hombre duro y enérgico, difícil, peligroso y temido como enemigo.  

Pero llegaron los tiempos de la cuarta transformación, y el político del estero de Boca del Río pasó a engrosar la fila de las reses del matadero, a que alude la máxima utilizada en esta colaboración.

El auditor general del Orfis acaba de denunciarlo ante la Fiscalía General de la República por diversas irregularidades administrativas y financieras cometidas en tan solo dos años de gestión gubernamental.

Esto debe haber ocurrido, primero, porque Yunes y sus financieros cayeron en esas oscuras irregularidades, y segundo, en posible respuesta a la amenaza que Lorenzo Antonio Portilla Vázquez dio a conocer este lunes.

El carnicero se convirtió en res. Falta saber si llegará a prisión, como Dante y Duarte.

Por lo pronto, el asunto escaló a otras alturas y posicionó a Portilla como serio candidato a reelegirse al frente del Orfis por siete años más.

Falta conocer si los que mandan en Veracruz se lo van a permitir. Y si sus opositores o cuestionadores se quedarán parados, viendo como el meticuloso auditor general continúa airoso y les vuelve a ganar el mandado.

Tiempos de reses y carniceros a quienes ahora les salieron cuernos y pezuñas. Tiempos en que por ningún lado reaparecen los 34 mil millones de pesos robados al erario, a pesar de los cientos de miles de palabras y papeles en los medios de comunicación, en las dependencias de todo tipo, en las contralorías, en el ORFIS y la ASF, en las fiscalías y en los juzgados y tribunales locales y centrales. 

Puede asomar la justicia, pero el dinero perdido, se está convirtiendo en mito y en leyenda para épocas futuras.

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