Hasta hace unos días, la Universidad Veracruzana era una de las instituciones del estado que aún conservaba alguna credibilidad. El prestigio que había logrado mantener después de navegar en los mares traicioneros de los últimos tiempos, fue destruido de un plumazo esta semana, al mostrar el sucio procedimiento usado para dar un título profesional al secretario de gobierno Rogelio Franco.

Una firma débil y temblorosa acabó de manera inmisericorde con uno de los últimos valores que le quedaban al estado de Veracruz. Su máxima Casa de Estudios quedó convertida en pesebre oscuro y maloliente.

Los veracruzanos que votaron por Miguel Ángel Yunes Linares, y aun los que no, no quieren que el mandatario estatal maneje la política de manera similar a como lo hicieron los personajes que tanto criticó en los años previos a su asunción, ocurrida hace menos de diez días.

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Por qué se dice esto.

Durante los dos sexenios de gobierno que lo antecedieron, la forma y el fondo, y el defecto y la virtud, se colocaron en la misma canasta. Fueron mezclados para mimetizarlos y confundirlos, dando cabida a un “estilo de gobierno”, que de manera llana y simple, y de acuerdo con su creador, se conoció como la época de “la plenitud del poder”, la del “hago lo que debo, aunque deba lo que hago”.

Así surgió la famosa “licuadora” que desapareció los recursos públicos, hoy conocida por todos. Así también, se nombraron y quitaron funcionarios con y sin méritos. Así, surgieron grupos y pandillas, clanes y bandas, hijos putativos y hermandades. Subieron y bajaron y dieron vueltas en la rueda de la fortuna.

Una de esas hermandades es la de los tres alegres compadres, quienes desde hace doce años, siguen trascendiendo y siguen dañando. Pero lo hacen porque tienen respaldo, aunque vayan en contra de la población.

En Veracruz, todo mundo está enterado que el ahora secretario de gobierno, es parte del equipo de Érick Lagos, quien también logró colocar a Genaro Mejía, el secretario saliente, quien sólo estuvo el tiempo que Flavino Ríos gobernó.

Igual sabe, que Rogelio Franco es casi el propietario del PRD estatal, partido que prostituyó y dividió, en su beneficio y en el de Fidel Herrera y Javier Duarte. Los veracruzanos conocen también que Rogelio apoyó en una alianza con Yunes Linares para alcanzar la gubernatura.

Y llegaron a ella, pero Franco, no tenía derecho a poner en entredicho la credibilidad de la Universidad Veracruzana. De Sara nadie se preocupó, por ser sólo un daño colateral.

De Rogelio Franco, se escribió en el editorial de Palabras Claras MIGUEL Y EL LAGUISMO, publicado el 18 de noviembre pasado, cuando se dijo “… desde ese tiempo afianzó sus alianzas Érick Lagos, el más cercano a Fidel y más tarde diputado local, Secretario de Gobierno y diputado federal. Una de ellas, su compadre Genaro Mejía. Otra más, Rogelio Franco, su ex compañero cercano en la universidad, de enorme utilidad para moverse en los terrenos de la izquierda veracruzana”.

“… y se observa una alianza Flavino-Érick para colocar a Genaro como Secretario de Gobierno del gobernador fugaz. De Rogelio Franco, (se conoce) su extraordinaria habilidad en los terrenos siniestros. Polifacético para guardar lealtades y billete”.

Dado que el título profesional que en este diciembre está en boca de todos, fue tramitado desde septiembre u octubre, durante el anterior gobierno, podría pensarse que su gestión obedeció a los buenos oficios de tres alegres compadres, los que contra todos los pronósticos, en distintas épocas lograron ocupar el cargo de secretario de gobierno en Veracruz.

Sin embargo, la forma irregular en que consiguió titularse Rogelio, ha puesto en entredicho los modos institucionales de la Universidad Veracruzana. Y también, la propia incapacidad del secretario de gobierno para llevar asuntos tan críticos como los que, se supone, debe tratar esa dependencia. Su tropiezo para acceder al cargo, lo evidenció por completo a nivel nacional.

El mentado título sólo ha servido para alborotar al auditorio y para poner en el ojo del huracán periodístico a la institución universitaria. Rogelio, por su parte, pudiera no llegar ni a los 48 días de gestión que duró Genaro, su antecesor y compañero de equipo político.

Si esto pasara, el gobernador Yunes Linares ya cubrió su compromiso con el político perredista. En pocos días puede librar a Veracruz de Rogelio Franco, mientras que éste, pudo engrosar su currículum con un título profesional y con un nombramiento como Secretario. Nadie debe nada a nadie.

Pero aunque haya un control de daños, será difícil quitarle el desprestigio a la Universidad Veracruzana. Y será complicado descubrir si fue provocado por los tres alegres compadres de antaño, o por otros compadres en esta administración, que como Sara, no pensaron en las consecuencias.

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