El 26 de septiembre anterior, Palabras Claras advirtió que la ingeniera Rocío Nahle García podría decidir que toda la obra pública estatal fuera manejada por un solo responsable en su administración. Esta decisión trascendió desde que la ganadora de la elección comenzó a proyectar el tipo de manejo institucional que impondría en su sexenio.
Lo dijo claramente el domingo antepasado en la Plaza Lerdo en su primer mensaje como gobernadora. Y cuando presentó a Leonardo Cornejo como el secretario de infraestructura y obras públicas, fue generosa al describir sus atributos y merecimientos para esa encomienda y también lo que ella como mandataria pretendía de la instancia constructora.
Considerando los montos del presupuesto estatal aprobado para este año, puede estimarse que en 2025 el monto global para la inversión pública del estado podría acercarse a los cuatro mil millones de pesos, más la obra financiada con deuda pública.
En 2024, las cifras principales fueron por 1,167.2 millones de pesos para infraestructura carretera, 859.1 millones para agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas residuales, 587.9 millones para edificación e infraestructura urbana, 335.4 millones para infraestructura física de educación y 301.5 millones para infraestructura física de servicios de salud.
Será la propia gobernadora quien verifique si esos montos económicos fueron realmente invertidos o si se devolvieron, o se perdieron en los caminos constructivos o se convirtieron en ingenuos cuentos cuitlahuistas y cuatroteros.
Respecto a la pertinencia de unificar la obra pública bajo un solo mando, debe recordarse el manejo efectivo que supo dar el ingeniero Gustavo Nachón en diversos sexenios. También debe recordarse la gestión centralista y fallida del ingeniero Alfonso Gutiérrez de Velasco (+), quien con pocos resultados sólo pudo estar los dos primeros años del gobierno de Miguel Alemán.
En Veracruz la concentración con estos fines no es un tema sencillo, considerando la difícil orografía serrana de la entidad y sus frecuentes fenómenos climatológicos, tampoco ayuda su gran número de municipios y su extensión costera.
Uno de los primeros problemas que tendrá el ingeniero Cornejo, que ya sufrió en Dos Bocas, es la persistente falta de proyectos ejecutivos completos, que por no existir, demoran las obras y las encarecen por arriba de lo que se anunció.
Debe considerarse que la gente de las ciudades y municipios rurales no aguantará más esperas de obras, cuando los habitantes del territorio vienen de un sexenio de escasos o bajos resultados, y que por ello la dependencia constructora recibirá presiones diversas.
Otro tema que habrá de revisarse en la cúpula constructora es el de la transparencia que exigen la sociedad y las instancias fiscalizadoras, ya que a Veracruz no se le puede mentir, puesto que el jarocho es un pueblo que identifica las cábulas al instante.
Los veracruzanos urgen de mejoras en casi toda la red carretera. Es un clamor generalizado. Y que se acabe la simulación en las instancias constructoras y la terrible corrupción de funcionarios y neoempresarios de la construcción sin perfil ni experiencia. El ingeniero Leonardo Cornejo trae ya una papa caliente entre sus manos. Ojalá y sepa resolver los entuertos y acabe con la ineficacia y la irresponsabilidad operativa. Veracruz lo necesita con resultados prontos.