El último día de marzo el periódico Eje Central dio a conocer una carta aparentemente escrita por un grupo de militares inconformes por la manera en que su comandante máximo, el señor presidente de la república, conduce al ejército nacional. Los conceptos allí vertidos concluyen con expresiones como “Estamos cansados” y “Basta”.

La carta en la que un militar le habla al mandatario nacional, hace referencia a diversas circunstancias en torno a los valores, a las condiciones actuales, a las tareas encomendadas y a los compromisos de la vida en el ejército, comandado ahora por el propio López Obrador. 

Lo que se percibe entre líneas después de su lectura, es un hecho incuestionable que está ocurriendo en esa institución, a veces honorable, a veces repudiada, pero que siempre está al servicio de los mexicanos cuando suceden desastres naturales o situaciones de emergencia, unas de ellas los sismos, huracanes y la guerra contra el narcotráfico, antes, y la lucha contra el huachicoleo, la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y el Plan DN-III contra el Coronavirus, en estos años de la Cuarta Transformación.

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Lo que supuestamente está ocurriendo en el Ejército Nacional, descrito en esa misiva, es justamente lo que está pasándole a las instituciones más importantes del país: el nuevo sistema político y los objetivos obradoristas están destruyéndolas poco a poco, como alguna vez sentenció el político tabasqueño.

El tema fue tratado en el editorial DISCURSO PROFÉTICO: “AL DIABLO CON SUS INSTITUCIONES”, publicado el 17 de octubre anterior, cuando se señaló lo siguiente: 

 “Cuando en 2004 y 2005 Vicente Fox instrumentó la fallida estrategia para desaforar a AMLO -entonces jefe de gobierno del Distrito Federal-, el tabasqueño pronunció unas lapidarias palabras que anunciaron lo que sucedería al sistema político mexicano una vez que alcanzara el máximo poder que anhelaba. La frase que tenía dosis de denuncia y de protesta, fue repetida en 2006 cuando en la plaza pública Andrés Manuel sostenía que le habían robado la presidencia que ganó el panista Felipe Calderón.”

“Pasaron quince años de esos desafortunados hechos y llegaron los tiempos en que el ahora presidente de la república apura los procesos y las circunstancias para cumplir con ese sueño o quizá acariciada venganza…”

“Todo esto demuestra que “¡Al diablo con sus instituciones!” no era rollo demagógico o una ocurrencia cualquiera. AMLO está “luchando y acabando con la corrupción”, pero también con todos los contrapesos políticos institucionales que pudieran atravesársele en el camino. El Congreso de la Unión, la Suprema Corte de Justicia de la Nación… entre otros, ya sufrieron el paso de la aplanadora y regeneradora.” 

 “Habrá que buscar en las hemerotecas, en las benditas redes sociales y en el sufrido inconsciente colectivo, si algún arrebatado disgusto del histórico líder de la izquierda patria, no le motivó un “Al diablo con los mexicanos”. Porque si eso llegó a ocurrir, entonces la gente tendría que comenzar a poner sus barbas a remojar.”

La carta del militar en cuestión, si se atiende a sus términos y consideraciones, refleja contenidos e intenciones descritas de muchas maneras y con diferentes acentos durante los 16 meses recientes. Puede afirmarse que la carta aludida, da voz a miles de actores políticos y ciudadanos comunes y corrientes que ya se han manifestado coincidentemente en ese tiempo con opiniones y reflexiones similares. Por eso, resulta en sí misma, una carta interminable o infinita, como constantes e interminables han sido y serán las críticas a la fallida conducción que hace López Obrador del país.

Los augurios siniestros que se hacen respecto al mortal alcance que tendrá el coronavirus en México este año, pondrán en su lugar a aquella honestísima señora Buenrostro y a su jefe y mesías, quienes dinamitaron lo poco que tenía el sistema nacional de salud. Se llevará entre las patas a miles de mexicanos vulnerables a la corrupción, irresponsabilidad e ineptitud que regalan con soberbia y desfachatez López Obrador y su fatal equipo de gobernantes y funcionarios, entre ellos Claudia Sheinbaum y Cuitláhuac García, reprobados mandatarios de la Ciudad de México y Veracruz. 

La carta publicada, es, en suma, una carta interminable pero con conclusiones determinantes, que pondrán fin a la Cuarta Transformación y a sus futuras intenciones electorales. 

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