A través del partido Morena, el viernes pasado AMLO dio a conocer a sus nueve prospectos para las gubernaturas que se elegirán el domingo 2 de junio de 2024.  En Veracruz, algunos ilusos pensaron que el tabasqueño dejaría pasar a personajes del cuitlahuismo para ocupar las dos primeras posiciones en juego, pero el jefe político del obradorismo hacía mucho que se había decantado por Rocío Nahle para competir por el gobierno estatal y por Manuel Huerta para la primera senaduría.

Resultaba ocioso considerar a cualquiera de los colaboradores cercanos a Cuitláhuac, desde el momento en que el propio mandatario nacional tenía que acudir a rescatar a su pupilo veracruzano, tarea que realizó cuando menos en quince ocasiones, afirmando que era un hombre capaz, honorable, responsable y todo ese conjunto de adjetivos favorables que le dedicó gratuitamente

Por esas razones, las encuestas nacionales han marcado a Cuitláhuac entre los gobernadores con las calificaciones más negativas. Ausencia de resultados, inseguridad pública, impunidad creciente, deterioro del aparato de justicia, corrupción gubernamental, alta deuda estatal y baja productividad general, son sus principales materias reprobadas.

La realidad es que grandes sectores de la población y muchos de los seguidores del presidente, saben perfectamente que Cuitláhuac García se ha convertido en el peor gobernador de Veracruz y por tanto en un lastre para el obradorismo entero y para sus ansias de continuidad.

Por esa razón era inminente la designación de Manuel Huerta para la senaduría. El exdelegado del bienestar lleva años recorriendo los caminos del estado y organizando grupos sociales de izquierda y será un respaldo para Nahle. 

Pero Rocío Nahle no tiene el camino asegurado. A esta señora, los veracruzanos la evaluarán desde cuatro perspectivas, o cuatro tiempos: el primero, a la Rocío Nahle y su trayectoria antes del primero de diciembre de 2018. 

El segundo tiempo por evaluar será toda su época como alta funcionaria del presidente. El tercero, el más preocupante para ella, su etapa como responsable, como poderosa operadora y única administradora de la construcción de la refinería de Dos Bocas, con todos sus cuestionamientos, críticas, sobrecostos y demás asegunes. 

Y el cuarto tiempo, su etapa como candidata a la gubernatura, con sus modos, sus coequiperos en el proyecto, sus errores de percepción y sus propuestas programáticas para Veracruz, sin contar con los altos negativos de la administración cuitlahuista.

Cada uno de esos tiempos o perspectivas, le proporcionarán a ella superávits o déficits respecto al electorado. Por ejemplo, si ella en sus primeros años construyó auténticas simpatías, redes y grupos de apoyo, esto sería un destacado superávit. Si como alta funcionaria de AMLO hizo amarres efectivos y duraderos, sería otro superávit. 

Pero en el tema de la refinería, y si sufre un Efecto Dos Bocas (como no pocos suponen), nadie podría asegurar que la señora tendría horas placenteras o constructivas en la campaña veracruzana, por mucho que este asunto le hubiera producido superávits de índole material o financiero, que en todo caso se harían visibles y efectivos en los meses previos y en la misma elección del dos de junio.  

Otro de sus aspectos que se observarán con microscopio, será su propuesta para hacer más grande a Veracruz. Esta entidad ya tuvo con Duarte y Cuitláhuac a dos prominentes “doctores” que sólo le dejaron dolores de cabeza a la población, inconformidades sociales y numerosos indicios y malos olores de que desde palacio de gobierno se protegió y se protege a grupos delincuenciales que azotan a la sociedad.  

El cuarto padrón electoral está en Veracruz. Habrá signos de elección de Estado, y también una animadversión a la que, sin duda, se van a sumar algunas cabezas desde el oficialismo derrotado y de clóset. También jugarán su partido los financiamientos irregulares o poco claros y el endurecimiento de la criminalidad que, como se estila ahora, exige parcelas y dividendos.

Tiempos revueltos se vislumbran en los siete meses que vienen. Los escenarios se observan sumamente riesgosos y complicados para todas las partes en pugna. No minucias distractoras que juzguen quién es más veracruzano.

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