En el priismo se cuentan por miles los malagradecidos, los marrulleros, los merolicos y los mariachis sin ton ni son, que desde la noche del domingo vagan errantes en el país del silencio. Quedaron mudos después del debate -y desastroso debut en su comedia más grande- que hizo Pepe Meade, el candidato tricolor a la presidencia.

Ni Pepe ni Héctor Yunes, ni Américo, que son los principales en Veracruz, ni cualquiera de los demás que se beneficiaron por décadas de esa marca, fue capaz de decir una palabra de aliento a los seguidores sobre la participación o el resultado de su gallo en ese primer encuentro entre los cinco contendientes al cargo.

Pareciera que lo que ellos vieron y oyeron, se volvió como una culpa terrible, como un pecado capital, como una vergonzosa enfermedad venérea y terminal, o como el más estúpido error cometido, que debiera enterrarse y pulverizarse en lo más hondo de la montaña. No ha salido ninguno de los enriquecidos priistas veracruzanos, siquiera a tratar de engañar con que fue decorosa y positiva esa cuestionada participación.

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Hizo más el panista Pepe Mancha, quien no durmió esa noche haciendo un videíto del “triunfo anayista”. Y mucho más, el acosado “perdedor” Andrés Manuel, quien “salió derrotado” del Palacio de Minería, para llegar ufano a su biblioteca para hablar ante Facebook Live e informar su victoria en el debate.

A estas alturas de la semana, López Obrador debe estar alcanzando cinco millones de reproducciones de ese video motivacional, más que de certezas. Pero así es la política en cualquier tiempo y en cualquier país, cuando hay confianza en el triunfo.

En realidad, habría que preguntarse qué es lo que se podía esperar del PRI estatal o de sus grandes representantes y beneficiados. Palabras Claras ya lo había adelantado desde el 3 de agosto del año pasado en el editorial PRI VERACRUZANO: EXCESO DE LASTRE. Entre otras cosas, ese día se afirmó lo siguiente:

“Sin embargo, para Veracruz la situación es sumamente compleja. No puede haber posibilidad de triunfo cuando los grupos priistas están divididos. Y esa división es la que hundirá a la embarcación. Al final, cada uno de los líderes, no es más que un estorboso lastre. Ninguno suma y ninguno tiene capacidad de ayudar a la línea de flotación de la nave. Por otro lado, la nutrida y vieja militancia se encuentra sin liderazgos convincentes.  Y lo peor es que de todos esos lastres, los más pesados son los que tienen el nombre más conocido. Los dos Yunes rojos.”

“Y los dos senadores son de esa pesada densidad, primero, debido a su apellido Yunes…”

“Pero el defecto más preocupante, es el hecho de que ni Héctor ni Pepe saben sumar. No lo han hecho nunca. Los liderazgos regionales y la militancia pensante, saben que en cuanto alguno de ellos pudiera ser ungido como candidato, el otro, el renegado y su gente, irán a observar la contienda desde lejos. Esto ocurre, porque al no haber un líder real, con peso específico y con suficiente calidad y autoridad moral, ninguna de las tribus priistas acatará instrucciones para trabajar por un objetivo común.”

“Ya ni hablar del oscuro presidente estatal del partido, o de las féminas que cuentan con algún poder económico y político para llevar a la batalla principal por la gubernatura.”

“El añoso y pesado lastre priista veracruzano, augura un desastroso hundimiento del PRI estatal en 2018. La señal inequívoca la están dando algunas ratas gordas que tratan de salvarse en el salto a otro barco.”

Ahora, todos quieren saber dónde quedaron los otrora vociferantes personajes del priismo veracruzano; y dónde están otros menores como Jaime Cisneros, Octavio Gil, Rafael Pérez, Cirilo Rincón, Marcelo Montiel, Carlos Rodríguez Velasco, o los eternos candidatos a todo, Erick Lagos, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Juan Carlos Molina, Víctor Rodríguez, Bertha Hernández, Carlos Brito Gómez, Ranulfo Márquez, Jorge Uscanga, Renato Alarcón y demás etcéteras. Varios de ellos, levantando zorrunamente la loza del sepulcro del partido, para ver si aún encuentran algo que llevarse, o simplemente, manteniendo convenenciero silencio ante el cadáver tricolor.

Pero tampoco en el priismo nacional hay respuestas o señales que valgan. El presidente Peña Nieto se fue a Alemania a mostrar su primermundismo tropical. El líder Clavillazo continúa componiendo divertidos sketchs, mientras que los jefes del gabinete federal y los priistas encumbrados seguramente andan probándose ropa negra.

Compungidos o alegres de la vergüenza ajena, aquí y allá, casi todos optaron por ir a chiflar en la loma. Hablando en plata -o más bien, a falta de plata-, y ante el grave escenario del sepelio, debemos comprender que los mariachis callaron.

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