José Antonio Flores Vargas

La afirmación del Secretario de Hacienda José Antonio Meade Kuribreña, el día de ayer en el principal noticiero matutino de Televisa, echó abajo todas los esfuerzos del gobernador interino Flavino Ríos Alvarado, para tratar de medio componer en los días que le quedan, la lamentable situación que guardan las finanzas del gobierno del estado de Veracruz.

A las siete de la mañana en cadena nacional, el funcionario federal dijo categóricamente que no habrá rescate financiero para Veracruz. Así, se vino abajo la idea de que el gobierno federal entregaría 11 mil millones de pesos para pago de nóminas, deudas con proveedores y menudencias de cierre del año.

Algunos actores sociales pensaban que el Gobierno de la República vendría a salvar los terribles momentos de vulnerabilidad e inquietud económica que vive la población veracruzana a causa del desfalco duartista.

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Triste decepción sufrieron quienes aseguraban esa posibilidad. Y es que este tipo de salvamentos no se contemplan en las reglamentaciones mexicanas. Tampoco lo aconsejan las formas nacionales de hacer política.

Y no fueron coincidencias, las tres noticias principales del día de ayer.

Meade Kuribreña estaba obligado a aclarar que el Estado nunca salvará a las entidades federativas por los malos usos del poder. Y lo tenía que hacer antes de la primera reunión del gobernador electo Yunes Linares con el presidente Enrique Peña Nieto, ocurrida ayer mismo al medio día, donde el primer mandatario sólo le ofreció tratar los problemas de Veracruz a través de mesas de trabajo con la Secretaría de Gobernación y con la SHCP.

No fue fortuito que Gómez Pelegrín saliera a nivel nacional a ofrecer su Mea Culpa y las “cifras verdaderas” de lo que se debe, explicando lo “realmente acontecido” con las finanzas estatales. Le convenía hacerlo antes de que alguien le diga el 30 de noviembre, que por exceso de opacidad no le firmaran el acta de entrega recepción de la instancia que manejó los dineros públicos.

Su actitud recordó el viejo chiste machista de la época de nuestras abuelas, acerca de las muchachas que habían echado el gato a retozar. Con el contrato matrimonial asegurado y a punto de iniciar su primera noche de bodas, le decían al confiado marido: “perdóname mi amor, tengo que decirte que ya no soy señorita”.

Sus aclaraciones tardías, semejantes a las de Lorenzo Antonio Portilla y Ricardo García Guzmán, confirman lo publicado en Palabras Claras, en el editorial del 28 de septiembre anterior, con el título “El misterio de las Bermudas”.

Sin embargo, lo más grave que se desveló a los veracruzanos ayer, es que el gobierno del estado deberá resolver los problemas con sus propias armas financieras y administrativas. Es decir, que deberá conseguir recursos para levantarse. Cómo hacerlo, ya lo dijo Meade. Y se ven dos opciones.

Tendrán que pedir más préstamos. Lo grave es que saldrá más caro el servicio de la deuda, debido a la actual calificación de riesgo crediticio (BB+), con observación negativa y en un contexto de alta incertidumbre. En riesgo crediticio, Veracruz solamente supera a Quintana Roo, ubicándose en penúltimo lugar nacional.

Al seguir este escenario y aumentar la deuda pública, llevará a que haya aún menos dinero para infraestructura regional y políticas de fomento.

La otra alternativa es reducir la plantilla de personal en todas las áreas de gobierno y disminuir las altas remuneraciones a los funcionarios. En este sexenio, de manera alarmante, el gasto en el capítulo de servicios personales se incrementó un 38 por ciento. Al respecto, la gente pregunta dónde están las obras y acciones de todo ese personal.

Tomar esta medida, necesariamente representa desempleo. Hay lugares como Xalapa y otros municipios cercanos a la capital, donde uno de los puntales de la economía es precisamente la burocracia.

Los escenarios que plantea la realidad para los años siguientes no son agradables. Serán años de medicina amarga.

Los riesgos para el desarrollo de los veracruzanos son muy altos, como lo son para el proyecto político del gobernador electo. Se debe considerar que el sufrimiento que vive la sociedad conlleva una mayor conciencia política y una más alta exigencia de resultados.

Como nunca antes, el escrutinio social estará permanentemente sobre el accionar del gobernador Yunes Linares y sus colaboradores más cercanos. La gente no perdonaría más corrupción e impunidad. Pero tampoco autocomplacencias, omisiones, o “migueliñas”.

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