La del domingo por la noche en el primero de los tres debates aprobados por la autoridad electoral, era la oportunidad de oro para el candidato del PRI a la presidencia de la república. Ubicado en el lejano tercer lugar en las encuestas, después de varios meses de pasarelas, precampañas y campaña oficial, muchos esperaban que allí en el estratégico evento del Palacio de Minería, Pepe Meade mostrara a un candidato con simpatía, con estatura, con empaque y con personalidad.

Pero no ocurrió el milagro esperado por sus fans y dueños del voto duro. En el momento en que tomó la palabra el candidato priista, llegó su debacle en cadena nacional. Su “Buenas Noches, soy José Antonio Mid” como presentación no pedida, puso al exfuncionario federal en su exacta dimensión. El hombre continuó hablando, proponiendo y debatiéndose en lo que parecía un tormento nocturno más que un encuentro entre contendientes; lamentablemente, la magia que sus seguidores esperaban no apareció por ningún lado.

Ricardo Anaya -el canalla de la noche- lo calló y lo hizo caer con una simple pregunta sobre Enrique Peña Nieto. El candidato presidencial tricolor se convirtió en balbuceante y aterrorizado párvulo. “¡Adiós Madrid!”, exclamó en medio de un silencioso café un cansado articulista. El auditorio priista quedó pasmado con la dócil actitud de su gallo más grande.

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Y es que muchos vieron con optimismo el cuidado que su inventor puso en su designación. Palabras Claras comentó los hechos en el editorial del 14 de agosto de 2017 titulado MEADERISMO PARA REVOLUCIONAR, en el que destacó lo siguiente: 

“A un año de que concluya su accidentada gestión presidencial, el priista Enrique Peña Nieto trata de reencauzar a su partido y de colocar a su candidato en la silla principal del Palacio Nacional.”

“Ha sido un sexenio de violencia: a la ley, a la sociedad y a su tranquilidad y confianza, a la esperanza de los que votaron por él, y aunque pareciera exagerado decirlo, un atropello constante y persistente a las instituciones nacionales. Pocas se han salvado del descrédito en esta gestión del fracaso y la ficción.”

“Y ese descrédito se ha contagiado a sus principales colaboradores y afines en lo político. Muy pocos se salvan. Y menos aún, los que pueden alzar la mano para buscar la candidatura presidencial por el PRI.”

“Por ello, Peña Nieto tuvo la necesidad de impulsar cambios en los estatutos de su partido. El sábado pasado se aprobaron esas modificaciones estatutarias en su asamblea general. Fuera candados añejos y camisas de fuerza en el PRI, que limitaban el libre albedrío del máximo jerarca a la hora de destapar a su gallo presidencial.”

“Con esas facilidades, aprobadas por un ruidoso ejército de divisiones, que pretende ser el nuevo PRI, Peña Nieto podrá decidir si a la candidatura presidencial va Meade… A dónde, a nada bueno. Porque al que manden, entre todos los mencionados, le costará mucho convencer al electorado que ya no cree en ese partido.”

“Quizá uno o dos se salven de esa quema popular. Por eso José Antonio Meade, parece iniciar una temporada mágica que no quiere ser ni cómica, ni trágica…Meade Kuribreña parece el más limpio en su trayectoria. Ya es el más simpático de ellos en la sociedad mexicana. El que está haciendo girar Peña Nieto para revolucionar a los futuros electores.”

“El meaderismo empezó a bañar al país entero.  A ver si ese bálsamo que se desliza por cauces panistas y priistas puede revolucionar al electorado. Y que no sea sólo ficción política.”

Por desgracia para el auténtico PRI, y después de ocho meses de pretencioso ensayo, el meadismo no logro nada bueno la noche del domingo en el Palacio de Minería. Al concluir el debate, todo mundo coincidió en ubicarlo en su insuperable tercer lugar. El candidato Meade no logró marcar territorio alguno, y lo más preocupante es que su caída arrastrará a varios candidatos a gobernadores, a senadores y a diputados hasta el fondo del desastre político.

Meade y Kuribreña al final, resultaron dos apellidos extraños y lejanos a la vetusta, tradicional y acartonada ideología tricolor. El doctoral y bienintencionado Pepe Meade resultó un costoso e inútil invento que no conducirá a ninguna parte. Una creación detestada por la ambiciosa nomenklatura del partido, idea surgida del autoritarismo, de la desesperación y de la soberbia del presidente Peña Nieto.

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