Gobiernos van y gobiernos vienen y la desigualdad y la pobreza persisten en México. Desde hace varias décadas los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz mantienen grados de rezago social muy alto. 

Ayer el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana, en voz de la doctora Luz María Moreno Medrano, puso el dedo en la llaga veracruzana, al informar que el 89% de la población estatal presenta alguna condición de pobreza o carencia social, destacando que sólo el 10% está libre de esa experiencia.

Señaló también que la pobreza aparece más cuando la persona pertenece a alguna etnia, es mujer, jefa de familia y en ella se tiene algún integrante con discapacidad. Informó también que en el periodo 2008-2018 el problema ocurrió más en el segmento de los adultos mayores (3.9%) y en el sector femenino (10.9%). Y estas circunstancias se han incrementado debido a la pandemia de Covid-19.

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La académica asegura que el tema de los cuidados dentro de la educación escolar aminora las desigualdades, por lo que se insiste en adoptar ese esquema mediante un cambio radical en la concepción de los espacios escolares, posibilitando que las escuelas sean espacios para construir comunidades de cuidados, donde incluso puedan participar abuelos y abuelas como portadores de saberes y experiencias que fortalezcan la crianza y el fomento a relaciones de cuidado, afectivas e interesadas en las experiencias personales y familiares para que se conviertan en el motor del reencuentro social.

Se requiere alejarse del individualismo y la competitividad feroz, necesitamos colectivizar en la escuela lo que emerge desde el hogar, constituyéndose en un lugar donde los niños puedan narrarse, socializar, convivir y expresar necesidades, preocupaciones e intereses.

De esta forma se podrán formar aprendizajes profundos, relevantes y vinculados con los problemas de la vida cotidiana. Que la escuela sea un espacio para rescatar solidaridades y reciprocidades; un espacio para florecer en la esperanza que no espera, sino en la urgente esperanza que construya.

Y le sobra razón a la académica de la Iberoamericana. Las tendencias actuales en la educación se orientan hacia la necesidad de cuidarnos generando la cultura y la ética del cuidado como componentes esenciales de la comunidad, dirigiéndonos hacia una comunidad de cuidado mutuo donde podamos cuidarnos y cuidar a los otros.

La pandemia está evidenciando rezagos sociales, generando o acrecentando enfermedades crónico-degenerativas y arruinando familias. Por eso se busca un modelo educativo integral humanista-ético-crítico que forje personas con conciencia cívica; seres humanos que hagan su vida con interacción cooperativa con los demás.

Quizá ese sea el mejor camino para disminuir las desigualdades, como aconseja la doctora Moreno Medrano.

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