La salud es primero, dice un viejo consejo popular. Y exactamente el NO es la respuesta de la sociedad nacional en forma de clamor, ante la intención presidencial de obligar a la gente a regresar a clases presenciales en los diversos niveles educativos.
En el caso de Veracruz, el gobernador y los funcionarios del sector siguen insistiendo en la medida que impulsa López Obrador. Se sabe que están llevando a servidores públicos a hacer limpieza y arreglos menores en las escuelas primarias a cargo de la Secretaría de Educación. Los propios familiares de los burócratas lo señalan con disgusto. Saben que no hay garantías de que esos trabajadores y los propios alumnos no resulten contagiados en esos movimientos.
Y ayer mismo se informó que se han aplicado alrededor de 3 millones de vacunas en el estado, muchas de ellas en la primera y única dosis hasta el momento. Faltaría aplicar otro tanto y que acabe la tercera ola que está matando a mucha gente. Por esas razones y porque no hay capacidad para atender a los enfermos en hospitales, las familias están tomando la decisión de no aceptar esas condiciones que quieren imponer a los estudiantes y a sus padres.
Lo más recomendable es que se siga conteniendo la movilidad y darle prioridad a aquellos que deban realizar actividades productivas. Las autoridades educativas deberán continuar brindado la enseñanza por los medios virtuales, complementada con la intervención y/o supervisión de los mayores.
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Las redes sociales y los medios de comunicación, así como la conversación entre familias, dan a conocer la triste realidad que impera respecto a la manera como está creciendo la pandemia. Y esto ha sucedido sin clases presenciales. Nadie necesita exponer a sus hijos o arriesgarse en los traslados, ya que debe meditarse en que los menores requieren padres saludables que los cuiden y protejan.
Las autoridades deberían actuar con mayor responsabilidad y prudencia. Los niños y los jóvenes deben ser resguardados en sus domicilios, mientras sus padres hacen las actividades indispensables para trabajar o para proveerlos de los satisfactores que las circunstancias permitan.
Autoridades internacionales, universidades y especialistas calculan que el número de fallecidos duplica las cifras oficiales. Entonces, para qué exponer al virus a los estudiantes y a sus familias. Es mejor tener un atraso en los estudios que exponer innecesariamente a un gran segmento poblacional que tendría que moverse por las calles para llegar y salir de las escuelas.
Así lluevan o truenen las palabras de AMLO, será mejor recordar que la salud es primero. Eso decían los viejos sabios. Y no estaban equivocados.