Tal y como se ven las cosas y conforme han pasado los meses, se ha comprobado que los que disponen en México -los dueños del poder- ya decidieron quién será el que gobierne el país durante los seis años que siguen a la gestión de Enrique Peña Nieto.

Y pudiera ser que esa medida se hubiera tomado desde los primeros tropiezos del mexiquense al frente de la presidencia de la república. Quizá desde los esclarecedores tiempos en que la población se enteró de la Casita Blanca que tanto presumió la primera dama mexicana, la orgullosa gaviota de Los Pinos.

Pero tal vez los propietarios del dinero nacional lo tuvieron que hacer así, empujados por las frecuentes e interminables pifias del presidente en funciones, al que le habían dado todo para ganar. Aunque Peña Nieto ha sido eficaz para mantener el priismo en su estado natal, no supo mantener el liderazgo priista en muchos de los estados donde antes todo era tricolor.

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Buena parte de las decisiones presidenciales han sido cuestionadas por todo mundo, principalmente aquellas que afectan el bolsillo de la población en desventaja. Quizá por esas razones de peso(s), y después de varios meses de escaramuza partidaria, de pasarelas políticas, de precampañas y de intercampañas, se ha fortalecido una frase, miles de veces repetida. Es la que se escucha en la mayoría de las familias nacionales, cuando se les pregunta por quién van a votar este primero de julio: “Nos vamos con Andrés Manuel”, o parafraseando la exitosa publicidad morenista: “En esta casa, vamos a votar por ya sabes quien”.

En el editorial titulado “JULIO 2018: EL SISTEMA YA ELIGIÓ PRESIDENTE”, publicado en este portal el 16 de enero anterior, se afirmó lo siguiente:            

“…Acto seguido, el sistema echó a perder al PAN, el principal partido opositor del Peje, dinamitándolo y alejando los valiosos segmentos que lo conformaban. Se fueron sus más importantes actores –Margarita Zavala y otros— …y dejaron al frente de lo que quedó, a un aventurero ambicioso que tuvo que formar otro frente con otros aventureros ya fraccionados.”

“El sistema también pulverizó al PRI. Y para asegurar su bajo rendimiento, colocó como directivo, que no líder, a un personaje sin la mayor importancia y sin discurso. Antes empujó a sus imberbes gobernantes puestos a modo, a que se llenaran de lodo, permitiéndoles robar escandalosamente. De todo ese corrompido mejunje, sólo quedaron tres despintados colores en los que envolvieron a un dispuesto candidato venido de otras tierras políticas, pero sin mayor poder de convocatoria.”

“Y dentro de este conjunto de hechos, el sistema—en el que todos estamos, por gusto o por conveniencia— nos mostró al nuevo mesías. Por eso López Obrador ha cobijado a todos con el mismo cariño e interés, sean militantes y adeptos ciegos o convencidos; sean empresarios, políticos venidos de todos los partidos, intelectuales, pensadores independientes, periodistas afines o prófugos del sistema, delincuentes de cuello blanco, exgobernadores señalados por la sociedad, y hasta con la inusitada promesa de perdonar a narcos y criminales que quisieran sumarse.”

“Como puede comprobarse, Andrés Manuel López Obrador aprendió a bailar, luego de dos fallidos intentos por hacerse de la presidencia. Con suficiente galanura y desenvolvimiento, baila tal como los astros que gobiernan México: los económicos, los políticos, los ciudadanos urbanos y campiranos y los votantes fieles o no, y además todos aquellos que aparezcan en su ruta.”

Las señales se van dando puntualmente. Todas fortalecen al tabasqueño, lo que es una casualidad bien causada. El sistema mexicano nunca pierde. Los multimillonarios y medianamente ricos están formados en la fila del Peje. Los políticos igual. Los periódicos y la televisión los mencionan a diario.

Los priistas y muchos azules han asegurado sus sempiternas posiciones en la fiesta que viene. Sólo que ahora el juego será con otras camisetas. Osorio Chong, Gamboa, Beltrones, Calderón, Fox, Diego, Creel, Salinas y hasta un hijo de Colosio están en esa hambrienta fila. Veracruz también tiene a los suyos: Yunes Landa y su hija, Elizabeth y Anilú aseguraron puestos junto a Américo y otros interesados. Aquí, el que se mueva bien, sí saldrá en la foto.

“Somos parte del sistema”, parecen coincidir. Y es que nadie puede vivir en el error, mucho menos fuera del presupuesto.

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