En el editorial “NUÑO Y EL MUNDO FELIZ DE PEÑA”, que se publicó en Palabras Claras el pasado 13 de julio, se hizo una reflexión sobre la sucesión presidencial, advirtiendo que “quizá por vestir de rosa los tiempos políticos, y para hacerle ver a la población que todo marcha de maravilla en el país, han aparecido varias noticias halagüeñas que hacen pensar que México sí ha visto progreso en este sexenio”.

“Grandes noticias ha dado el gobierno de Enrique Peña. Mientras tanto, los equipos políticos y el PRI, se organizan para mostrarnos al mejor Aurelio Nuño y sus grandes posibilidades para alcanzar la presidencia de la nación”.

Y parece que no es exagerada esa apreciación editorial. Por lo que se sigue viendo en los medios de comunicación en estos días, pareciera que, en efecto, existe toda una campaña de medios para mejorar la percepción de los mexicanos respecto al gobierno peñista.

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En esa tesitura podría pensarse que la vinculación a proceso dictada por el juez a Javier Duarte el fin de semana anterior, al icono de la corrupción en México,   mejoró la opinión pública sobre las instituciones nacionales, pudo deberse más a una intención política sucesoria que a la búsqueda del cumplimiento de la ley.

Porque, prácticamente en este mes, se han acumulado convenientemente noticias favorables al sistema político nacional priista. Y hasta las de carácter policiaco, como la reciente persecución y muerte del famoso delincuente “El Ojos”, en la Ciudad de México. En forma inmediata, el asunto apareció asociado al principal contrincante, a Andrés Manuel López Obrador, cuando alguien deslizó que “Morena cogobierna con el narco en Tláhuac”.

Si nos fijamos a detalle, veremos que el punto más alto de la información a nivel país, fue la noticia de las empresas extranjeras que desarrollarán el mega yacimiento petrolífero de Yucatán, que hace pensar que estamos parados sobre un mar de hidrocarburos y nos recuerda la riqueza y boom petrolero de Brasil. Es decir, casi, casi, que de nuevo, tendremos que aprender a administrar la abundancia, como en los tiempos del presidente López Portillo.

En este tenor, tampoco olvidemos la información sobre la recuperación de precios internacionales del petróleo, que desde luego conlleva un impacto favorable sobre la moneda mexicana siendo un país económicamente” petrolizado”.

Si a esto le sumamos los efectos positivos de la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, veremos, como asegura el oráculo, un escenario brillante donde se abren muchas puertas a México.

Pero la cereza del pastel nos la acaba de regalar el INEGI, nuestro instituto de estadísticas nacionales, al darnos la buena nueva de que en México este año vamos a crecer más de lo que se pronosticó inicialmente. La economía ha crecido un ¡2.3 por ciento! en lo que va del año.

¡Albricias! Realidades espectaculares al servicio de México y los mexicanos.

Claro, que si usted pregunta a los vecinos o al primero que se cruce en su camino, su opinión respecto a estos anuncios positivos, con seguridad le contestarán que esos logros aún no se perciben, que no se reflejan en sus carteras ni en su nivel de vida, y mucho menos en el bienestar de sus familias. Toda una mentira.

Pero eso no cuenta allá arriba. Lo importante es que la mayoría avance sobre camino pavimentado.

Son tiempos de vender esperanza, los mismos que soplan acá en Veracruz.

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