Si se reflexiona sobre las auténticas prioridades del presidente López Obrador durante sus primeros tres años de gobierno, se podrá constatar que existen tres temas cuyo desarrollo ha mejorado sustancialmente con una tendencia a aumentar aún más en esta administración.

Ese crecimiento es el que induce a pensar que el régimen actual trabaja a marchas forzadas en un objetivo central: conservar el poder de decisión y la mayoría de diputados en el congreso federal en las elecciones de junio de este año. 

Revisando las noticias, los proyectos principales y los datos que genera la oficina de la presidencia, puede deducirse que la intención de AMLO se enfoca a incrementar y sostener su base electoral y asegurar con el apoyo de las fuerzas armadas las decisiones emanadas del poder ejecutivo. 

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En el tema del salario mínimo el ejecutivo federal ha insistido a las cúpulas empresariales para elevarlo de una manera más significativa. En enero de 2019 el salario mínimo general era de 102.68 pesos diarios. Para enero de este año llegó a 141.70 pesos (subió 38% en 24 meses), provocando que el país mejorara 8 posiciones en el ranking internacional de salarios mínimos. 

Respecto a la pensión universal, incrementada notablemente en este sexenio, la nación acaba de recibir el anuncio de que ahora se dará a todos los adultos mayores a partir de los 65 años, y no solo a los que vivan en zonas indígenas, sino que se hace extensivo ese beneficio a todo el territorio. La Secretaría del Bienestar tendrá que modificar las reglas de operación del programa, que hasta ahora no incluyen la última decisión del jefe de gobierno, como se puede comprobar en el Diario Oficial de la Federación. 

Además de ello, López Obrador dio la buena nueva a los beneficiarios de que para el 2024 el pago bimestral del apoyo deberá ser de seis mil pesos. Tendremos que rezar para que las finanzas públicas soporten estas erogaciones, cada vez mayores.

Respecto a las fuerzas armadas de México, que se sabe que son garantes de la soberanía nacional, el jefe de la república ha ido disponiendo de aumentos en sus asignaciones presupuestales cada año. Poco a poco los fue incorporando en actividades en las que nunca incursionaron, como han sido la lucha contra el huachicoleo de combustibles, la operación de las aduanas y la construcción de las grandes obras como el aeropuerto Felipe Ángeles o el Tren Maya, donde uno de sus tramos más rentables servirá exclusivamente para financiar las necesidades del ejército.  

El ejército nacional no es uno de los más caros y grandes del mundo, en Latinoamérica lo superan Brasil, Colombia y otros países con mejores equipos y prestaciones. Las fuerzas armadas mexicanas están compuestas por 317 mil efectivos, de los que 100 mil están en la recién estrenada Guardia nacional.

El respaldo y reciprocidad entre López Obrador y las fuerzas armadas muestra un constante intercambio de señales y lealtades, como nunca antes. Ayer el comandante supremo les dio una nueva tarea. Ante los bajos números de la vacunación contra el COVID-19, dispuso que se involucren de inmediato en acciones de vacunación masiva en apoyo al sector salud, que resultó insuficiente en sus coberturas y velocidades de aplicación.

Salarios mínimos al alza, pensiones universales a mayor población y fuerza militar contenta y participativa, le garantizan simpatía y control, por si alguien insiste en ponerse antipático.  

Orden y Progreso, prometía Porfirio Díaz. Orden y Progreso, dice la bandera del militarizado Brasil. Orden, Progreso y Democracia 4T, es lo que quiere el visionario Andrés Manuel.

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