Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra. Esta célebre frase del dramaturgo español Antonio Gala, pudiera aplicarse a diferentes generaciones de políticos—o aspirantes a serlo—que pretendieron crecer al amparo de gentes del poder, como son los casos de los veracruzanos Dante Delgado, Fidel Herrera o Miguel Ángel Yunes.

Los tres políticos llegaron al máximo cargo en el estado en que nacieron. De distintas maneras, los tres pudieron convertirse en gobernadores. Y al respecto se ha escrito demasiado, como hecho real o leyenda xalapeña de que, en sus juventudes, estos personajes aseguraron que alcanzarían la gubernatura veracruzana.

Y si se da por verdadero ese mito local, hasta se podría pensar en que los tres habilidosos muchachos, pudieron comentarlo o fanfarronearlo con amigos o entre ellos, si es que sus primeras correrías los hubiesen unido. Y pudo darse el caso, dado que los tres abogados son contemporáneos e incursionaron en la política juvenil en la ciudad de Xalapa, donde vivieron y estudiaron el bachillerato o la carrera, o ambos niveles. Fidel nació en 1949, Dante en 1950 y Miguel en 1952.

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En el caso de Dante Delgado Rannauro, debe recordarse que el alvaradeño pudo ser gobernador gracias a que Fernando Gutiérrez Barrios fue invitado a ocupar la secretaría de gobernación con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Gutiérrez Barrios operó con manos de seda las circunstancias políticas en Veracruz, y ello hizo posible dejar en su lugar a Dante como gobernador sustituto en diciembre de 1988.

Dante ocupó el poder ejecutivo cuatro años. Pavimentó cientos de calles en pequeñas poblaciones y construyó obras relevantes en las grandes ciudades. Después ocupó cargos diversos en la federación, hasta que en un desencuentro con el entonces presidente Ernesto Zedillo, dejó todo y abandonó al partido tricolor. Después fue encarcelado y desde allí gestó un partido político (Convergencia por la Democracia, ahora Movimiento Ciudadano).

Sobre sus logros, basta con buscar la crónica de su paso por el gobierno veracruzano y las empresas que fundó o llegó a participar. La revista Proceso publicó una abundante investigación que deja reveladores datos para la posteridad. De los recientes movimientos con su partido, debe aceptarse que fueron pésimos los resultados, aunque él insiste en disfrazarlos. Y de sus colaboradores principales en todas sus incursiones, no se recuerda éxito político mencionable. Todo mundo entiende que Dante trabaja para él, y para nadie más.

En el caso de Fidel Herrera Beltrán, quien consiguió la gubernatura con una votación que tuvo que calificarse en tribunales, se recuerda “la plenitud del poder”, una famosa frase acuñada por él y que llegó al cine en la película La dictadura perfecta. Fidel gestionó el libramiento de Xalapa, construyó 1000 puentes y otras obras, iniciando el fuerte endeudamiento de Veracruz.

Pero su aportación principal al estado fue su gordo delfín, Javier Duarte de Ochoa, quien después de ser gobernador, fue denunciado y recluido en un penal de la Ciudad de México. Se le señala de haber sido el gobernador más corrupto en la historia del país.

De los demás allegados a Herrera Beltrán, estos no pasaron de la medianía política y de la obligada inversión para publicitarse en medios de comunicación.

Y cuando se trata de Miguel Ángel Yunes Linares, se tiene que hablar del gobernador de los dos años en las redes sociales, dedicado fundamentalmente a recuperar bienes robados por los duartistas y a meter a la cárcel a los cómplices del exgobernador. Yunes inauguró algunas obras iniciadas en sexenios anteriores y aprovechó para repavimentar cuatro o cinco carreteras, como la Xalapa-Coatepec o la Banderilla-Misantla.

Será recordado como el gobernador que movió recursos públicos, cielo, mar y tierra, para dejar a su hijo como sustituto en el Palacio de Gobierno, sin poder lograrlo. El suyo es un fracasado bienio de gobierno, en el que con exceso de autoridad sumergió a sus secretarios de despacho al ostracismo y a la mediocridad burocrática.

Muy pocos de los colaboradores de Dante, Fidel o Miguel podrán afirmar que fueron apoyados al cien por ciento para trascender en la política nacional en posiciones relevantes. En el futuro se hablará de ellos como gobernadores que ejercieron el poder de manera omnímoda y sin medir las consecuencias. Los tres hicieron efectivo el descubrimiento de Antonio Gala: al poder le ocurre como el nogal, no deja crecer nada bajo su sombra.

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