Alrededor de las 2:35 horas del lunes 30 de marzo, los xalapeños que habitan la zona que circunda a la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), fueron despertados por tres fuertes explosiones que cimbraron cristales de puertas y ventanas. La gasera que se encuentra enfrente de la dependencia educativa vivió angustiosos minutos de peligro que trastornaron el descanso nocturno de la población del oriente de Xalapa.

Vecinos de Las Trancas y de los fraccionamientos El Lago, Peñón de las Cumbres, Valle Rubí, Pastoresa, Cumbres y Olmos de las Ánimas escucharon esas explosiones de medianoche que recordaron el nocturno ataque con bazucas a las instalaciones del Poder Judicial de la Federación ocurrido hace pocos años.

La primera reacción de los vecinos fue llamar al 911 para conocer los hechos y pedir ayuda. Se comenzaron a escuchar patrullas, carros de bomberos y movimiento vehicular en calles cercanas. Al poco tiempo la policía visitó colonias y fraccionamientos, señalando que estaban atendiendo una explosión en Gas de Xalapa y que las personas podrían optar entre desalojar los fraccionamientos o quedarse en las viviendas.

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Desde las azoteas cercanas podían observarse llamas y humo que alcanzaban unos treinta metros de altura. Varias familias se retiraron con urgencia de sus casas y algunas de ellas se concentraron en diversos puntos, entre ellos la plaza Monte Magno, donde estuvieron alrededor de una hora, hasta que les avisaron que los bomberos habían controlado la contingencia. El olor del gas se percibía en esos fraccionamientos, sobre todo en la zona baja del arroyo junto al edificio Cumbres.

Muchos recordaron que en la década de los setenta u ochenta del siglo pasado, esa gasera tuvo una peligrosa fuga de gas que obligó a desalojar a centenares de familias, incluso del fraccionamiento Inmecafé, a orillas de la avenida Araucarias.

A raíz de ese incidente, hubo señalamientos y exigencia de reubicar la planta de gas (como se le llamaba en ese entonces). Años después aparecieron inconformidades e iniciativas para trasladarla a la zona industrial de Corral Falso, donde se ubica otra gasera. Esos movimientos sociales no tuvieron eco.

Ojalá y el gobierno del estado, la PROFECO, la PROFEPA y el Ayuntamiento de Xalapa se dispusieran a exigir a los propietarios tal reubicación y retirar ese peligro latente para alrededor de cincuenta mil personas que viven en la zona y para los miles de empleados y usuarios de la Secretaría de Educación, de la Universidad Veracruzana, del ORFIS, de la Fiscalía General, Tribunales y Juzgados Federales, Conagua, de la Universidad de Xalapa, de las Plazas Américas y Ánimas, y de diversas oficinas de la burocracia.

La gasera ubicada junto a la estancia Garnica y los enormes tanques de Gas de Xalapa debieran ser trasladados a sitios donde no pongan en peligro a la población. Cabe decir que los propietarios podrían obtener grandes utilidades por la venta de esos terrenos que ahora son parte de la mancha urbana y cuentan con ubicación privilegiada.

Esperemos que las autoridades municipales, estatales y federales se coordinen para este necesario movimiento de instalaciones de alto riesgo.

El gobernador y el alcalde tienen la palabra. La sociedad requiere tranquilidad y seguridad en sus bienes y en sus vidas.

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