Los mexicanos sabemos que muchos sectores y actores nacionales del PRI han abandonado a ese partido para situarse en el morenismo transformado, aunque sea en la segunda fila, y a cambio de prebendas y pequeñas sobras de la 4T. Uno de los últimos en salir de ese clóset es el cisne tuxpeño que sigue soñando con ser gobernador, ahora con el partido verde ecologista y apoyando al obradorismo y a las señoras Sheinbaum y Nahle en sus candidaturas.

Y en Veracruz, lo que queda del priismo fiel menciona e insiste en cuatro prospectos viables a la candidatura para gobernador: Pepe y Héctor Yunes, además de Juan Manuel Diez y Anilú Íngram, cada uno con sus posibilidades, grupos y propuestas políticas. 

Pero además de esos dos escenarios preocupantes, el priismo veracruzano debe lidiar y disciplinarse con Alejandro “Alito” Moreno, el presidente del partido y parte relevante de la directiva del Frente Amplio por México, que constituye la única oposición política que enfrenta a la candidatura de Claudia Sheinbaum. 

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El exgobernador campechano y sus frecuentes estrategias retorcidas provocan incredulidad y desconfianza en todos aquellos que tienen temas pendientes o iniciativas con él. No es casualidad que el hombre lleva pegado a la espalda un desprestigio creciente; el problema con este dirigente sin ninguna visión de Estado, es que nunca se sabe si va o viene.

Y el riesgo es que en el estado veracruzano hay muchos aprendices y seudopolíticos del gatopardismo y del negocio rápido al estilo revolucionario, que podrían ser presas fáciles de este individuo inventado como dirigente “nacional” de un partido en desgracia, que hasta ahora no le ha aportado absolutamente nada a un instituto donde hubo grandes luces y liderazgos que pasaron a la historia, si es que recordamos a Jesús Reyes Heroles.

La prudencia aristotélica sugería a los hombres discurrir bien respecto de lo que es bueno y conveniente para ellos mismos. La praxis y los ojos abiertos deben prevalecer sobre los saberes teóricos en momentos donde los voceros aduladores y desacreditados sólo abonan a la descomposición política y social de estos tiempos convulsos, queriendo hacer valer medias verdades, las cuales sólo reflejan que son mentiras completas.

La prudencia es la virtud del hombre particular que tiene que habérselas con decisiones no del todo seguras, con medios no del todo válidos y con fines no del todo claros. 

El PRI ha sido derrotado por sus variadas divisiones, no por diferencias ideológicas. Hoy, sólo les importa el poder debido a que se desconocen los proyectos y posturas de los que buscan contender por un cargo.

Ese es el ambiente favorable para gentes como Alito Moreno, quien hace honor a la incongruente nomenclatura priísta, es “Revolucionario” y al mismo tiempo “Institucional”. Y pueden apestar todo buen plan. Ojalá que Pepe, Héctor, Juan Manuel y Anilú no se dejen sorprender y manipular. Veracruz no necesita ese tipo de liderazgos. 

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