Esta semana el periódico El Economista dio a conocer información del INEGI relacionada con el comportamiento de la industria manufacturera del país durante el año pasado. Nos hace saber que en 2020 la caída nacional de ese sector fue del 9.7% y que solo cinco entidades federativas lograron tener crecimientos positivos, sobresaliendo Colima, Sinaloa, Nayarit y Tabasco. 

Por el lado de las pérdidas, las caídas más duras fueron para los estados de Hidalgo (-22.9%), Oaxaca (-21.9), Morelos (-19.2) y Veracruz (-17.1%).

Otro dato presentado por la institución federal es que las entidades que mantienen números positivos, lo consiguieron a través de la industria alimentaria, una de las pocas que no sufrió el paro de actividades originado por la pandemia. Igualmente señala que Veracruz ocupa el décimo sitio en la producción de manufacturas, con un valor total de 288,985 millones de pesos, en un listado que encabeza Nuevo León y cuya producción tuvo un valor total de 937,575 MDP.

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Es innegable que Veracruz lleva años sin crecer en la producción y en su progreso industrial, y no se concibe cómo es posible que teniendo a un funcionario de alto perfil y que creció con pañales de seda y estudió en las mejores escuelas, no tenga la iniciativa ni la energía para desquitar el alto sueldo que recibe como secretario de desarrollo económico y portuario.

Parece que la modorra y no la eficacia es lo que llegó a la dependencia estatal desde hace casi dos años que Enrique Nachón entró por la puerta de esa oficina. El colaborador cuitlahuista pudiera haberse contaminado de la negligencia y superficialidad que predomina en el gabinete.

Es cierto que Nachón es buen difusor de sus actividades de representación en las redes sociales, que acude puntual y bien vestido a conferencias y encuentros con sus pares de otros estados, que sabe tomar buen café con los dueños del capital y que se avienta puntadas buenas, como son las esforzadas firmas de convenios con instituciones para “vinculación y desarrollo académico, científico y tecnológico”, como el signado recientemente con la UV.

Pero lo que Veracruz necesita, es una mayor actividad y convencimiento para traer inversiones foráneas que ayuden a crear empleos y riqueza, además de consolidar la producción manufacturera e impulsar la reconversión industrial, la diversificación y la búsqueda de nuevos mercados.

Enrique Nachón debe tomar aire fresco y dejar el sopor de cuarta que le invadió las neuronas. Debe conducir esfuerzos e ideas para elevar la producción en los diferentes sectores de la economía en todo el territorio. Y parafraseando al que vive en el palacio principal, ¡Ya Chole!, con ese discurso vano que usa, de que llegarán miles de empleos para el 2030 con el proyecto del Istmo de Tehuantepec—que todos sabemos que está en ciernes—, y que Enrique saca en cada oportunidad como estampita de San Benito, para protegerse o para justificar su trabajo con rollos “agarratontos”.

Habrá que recordarle que Nachón no es una marca de tiendita de productos caseros. ha sido un apellido de alcurnia xalapeña que, entre otros logros, ha sabido obtener resultados contantes y sonantes en variados campos. 

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