Entre las cosas que pasaron de moda y que vivieron las últimas décadas del siglo pasado, se recuerda a una famosa marca de chocolate en polvo que se promocionaba con una pegajosa cancioncilla que más o menos decía así: “Este es el trenecito del chocolate exprés, alegre y muy bonito y qué sabroso es”.

Pero el estribillo y el tren chocolatero que jocosamente vieron aquellos tiempos, quedaron en el olvido. De todos aquellos esquemas viajeros y pegados a la añoranza, quizá sólo quede la oxidada y metálica vía que las nuevas épocas se niegan a aceptar.

Algo así es lo que las nuevas generaciones pueden pensar de asociaciones, alianzas y organizaciones políticas vetustas y anquilosadas, que cada vez que hay época electoral, raudamente quieren sorprender a la sociedad y a los votantes.

Anuncios

Nos referimos al espejismo y a los espejitos que vende con cierta frecuencia Amadeo Flores Espinosa y su cantaleta oportunista que repiten algunas personas ingenuas y bien intencionadas que no saben las negociaciones bajo la mesa que suele hacer este político que se quedó atorado entre los viejos y populistas mecanismos de atracción de votos.

El día de mañana don Amadeo y su pequeño cónclave de acero (cero resultados) tratará, por enésima ocasión, de hacer valer su idealizada vía veracruzana. Ha convocado a una reunión para hacer sentir su fortaleza. Seguramente, aquella que mucho ayudó a Héctor Yunes a ganar la gubernatura, y a la que este candidato nunca pudo llegar, porque por más que tripulaba su aceitada máquina con jarocha alegría, la vía se le desapareció en el horizonte.

Amadeo es uno de los causantes de que el poderoso aspirante de Soledad, haya quedado en el imaginario veracruzano como el eterno fantasma que vagará errante buscando una silla para sentarse a gobernar. Y lo peligroso de este engaño urdido por un falso amante de Dios, es que el ofendido en vida, pueda jalarle los pies para que el tramposo no pueda levantar el pesado artilugio que ofrece a los incautos y que con tanto amor maquinó para vender política contante y estridente, pero jamás efectiva.

Seguro por allí estará Pepe Yunes, después de su muy visto y escuchado informe senatorial. Y como está bien acostumbrado a los rollos lisonjeros, en reciprocidad se chutará sus quince minutos de perorata viandante.

El de mañana será un glorioso sábado adelantado, en que Pepe y los chocolateros añorantes escucharán el pitido de la aferrada máquina de juguete que suele disfrutar Amadeo y sus complacientes amigos de las horas de café, inventiva electoral y solaz esparcimiento.

Una buena reunión de creyentes, de inventores y soñadores, a quienes habrá que llevar una buena dotación de churros, por si faltan. Ah, se sabe que algunos llegarán preguntándose: ¿Será que ahora sí funcione “la viagra”.

Pero eso es imposible. El mejunje que vende Amadeo no ha funcionado ni funcionará. Sigue su tónica acostumbrada y bien reconocida, cuando se observa desde las alturas. No es más que un insípido atole con el dedo, que suelen buscar aquellos que gustan del onanismo y del enanismo.

Publicidad