A nadie le resulta extraño el repetido comportamiento de Miguel Ángel Yunes Linares en los diferentes cargos que ha ocupado a lo largo de su vida. A fuerza de seguir la trayectoria de sus vuelos, los observadores y críticos que gana en el camino, suelen adivinar lo que sucederá al final de la etapa en que fijen su mirada sobre él.

Lo mismo le ha ocurrido desde el primer cargo que tuvo como subdirector del patrimonio del estado a mediados de la década de los setenta del siglo pasado, cuando el entonces gobernador Rafael Hernández Ochoa le brindó una oportunidad al recién egresado de la facultad de derecho de la UV.

Su problema empieza con la desmedida soberbia que muestra con enorme frecuencia. Pero eso no es todo, su irrenunciable actitud enérgica y autoritaria aparece en segundo término. Y por si faltaran ingredientes peligrosos, su célebre intolerancia remata ese coctel que le envenena la sangre y le aleja simpatías.

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Como si cargara con un serio complejo de inferioridad que le empuja a medirse con los que tenga enfrente, el hombre es adicto a enfrentar a altos personajes del poder. Así lo hizo con Acosta Lagunes, con Dante Delgado, con Fidel Herrera y con Javier Duarte en Veracruz. Lo manifestó con Elba Esther Gordillo, después de haber recibido beneficios. Cuando estuvo en áreas de seguridad pública federal y después en el ISSSTE, su salida de ambas posiciones no fue lo tersa y transparente que se esperaba.

Con Patricio Chirinos como segundo de su gobierno, se apoderó del PRI estatal, sólo para llevarlo a una estrepitosa derrota, aquella vez que perdió un alto número de municipios a causa de sus imposiciones y sobradas actitudes. Y así le ocurrió siempre.

En el Veracruz de 2015 y 2016 hizo una exitosa campaña a la gubernatura, montado en las decenas de irregularidades y corruptelas del exgobernador Apenas asumió el cargo, se dedicó a perseguir y encarcelar a funcionarios duartistas y más que otra cosa, a promover a su hijo mayor a la gubernatura siguiente.

Pero el balance final de su gestión es simplemente mediocre, si se toman en cuenta los escasos resultados de su gobierno. Y en el ámbito personal, se especula que la derrota de su primogénito Miguel ante Cuitláhuac García, además del descrédito como operador político, le ocasionó fuertes reclamos y alejamientos familiares.

Desde el 7 de diciembre de 2016, Palabras Claras adelantó lo que podría ocurrirle al gobernador Yunes Linares durante su administración. En el editorial DESCENDER DE LA CUMBRE se dibujó lo siguiente:

“Todo había sido subir y subir la cuesta. Primero, encontrar el discurso adecuado, lo cual resultó muy sencillo. Javier Duarte era un rico filón… Por último, buscar los elementos para enderezar la campaña, a partir de denuncias sobre la impunidad, la complicidad de los colaboradores, el quebranto financiero del Estado y el hartazgo de los ciudadanos.”

 “Con todo a favor, el domingo 5 de junio pasado, Miguel Ángel Yunes Linares se convirtió en absoluto triunfador de la contienda electoral…pasó todas las aduanas y procesos para llegar a la cumbre de su trayectoria política, la mañana del primero de diciembre en el Congreso del Estado. Ese día, eufórico y pleno, rindió protesta como gobernador de Veracruz y dio su mejor discurso del año… y quizá de su vida. Pero una hora y media después, empezó a descender.”

“Al observarlo, la gente evocó el populismo de Fidel Herrera…Y también recordó su incansable gusto por los reflectores, el baño de pueblo y la palabrería.”

“Algo más pasó. Ese día trajo a la memoria el famoso gatopardismo. Y de inmediato, lo adoptaron varios de sus colaboradores, que ahora se conducen como si llevaran aura. A la par, llegaron las primeras decepciones. A veces por expresiones desafortunadas; a veces por nombramientos sumamente cuestionados. Varias más por expectativas no cubiertas y compromisos olvidados.”

 “La realidad: el descenso imparable; el inicio de la caída, tan sólo a seis días de haber llegado al poder. Lo peor es que todos esos afectados, se convierten en multiplicadores en contra…”

No hubo equivocación en esa temprana reflexión, como tampoco hubo cambio, ni en Yunes el gobernador, ni en Yunes como persona. En Palacio ha empezado a cerrar su grisacea gestión.

Pero ahora vienen tiempos de renovación; tiempos para poner las cosas en su lugar. Y no debe descartarse que la cuarta transformación que propone AMLO contemple un “tiempo de cuartazos” para varios de los ahora prominentes personajes de la política que incumplieron con la sociedad mexicana.

Y que López Obrador no sea todo lo amoroso que pretende ser, en cuanto perciba o le informen los haberes y deberes de Yunes Linares en Veracruz. De nueva cuenta, constataríamos que la historia no perdona.

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