Jesús Lezama

Cuando casi llegamos a los cinco años de gestión del morenista Cuitláhuac García, es momento de hacer otra reflexión sobre el gobierno de Veracruz.

Puede afirmarse que la cobertura mediática del gobierno de Don García no ha sido distinta a la realizada desde hace 15 o más años. El seguimiento, la crítica, los hechos de corrupción y los señalamientos a las políticas públicas de cada administración constan, en lo bueno y en lo malo, en las hemerotecas de los medios de comunicación con audiencia real y permanencia en el tiempo.

Si Don García ‘argumenta’ que muchos (no se sabe el número ni quienes) no quieren que a Veracruz le vaya bien, pero que a él sí, porque ya no es un ‘político’ como los de antes, habría que analizar con más detalle tales apreciaciones.

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Por ello es oportuno actualizar este ejercicio, con base en los resultados de su gobierno. Como en un examen ante el espejo del lugar más íntimo que tengamos, procedamos a revisar lo más relevante e “histórico” del gobierno de Don García: 

El señor Don García dice lo siguiente: que es un hombre de valores que trae en la sangre una herencia que nada tiene que ver con abusos. Que tiene un alto compromiso político. Que jamás emplearía a un familiar directo. El testimonio lo podrían dar su acompañante de giras, empleados de la secretaría del trabajo o el señor Don E. Guerrero, un político honestísimo en la administración veracruzana.

Don García dice que respeta los derechos laborales de las mujeres y hombres que se dedican a trabajar por Veracruz. En la secretaría de Seguridad Pública, en este sexenio, podrían preguntar si no hay acoso sexual, ahí daría fe, Don ‘mini’ Guerrero, un joven con excepcional cultura política. De los índices de inseguridad pública, que minimiza y desatiende, continuarán en el vano discurso semanal que nadie cree.

Don García dice que es tan alta la honestidad, que hasta hay una disputa entre el señor Don E. Guerrero y el señor Don Cisneros, un estadista político, escribidor y defensor de los afrodescendientes, modesto como las chanclas que usaba cuando iba a Jalcomulco, antes de ser secretario de gobierno, según lo cuenta el señor Don Roldán un hombre recto, honesto, leal, fiel y transparente, al grado que opaca la negritud de su jefe. Por cierto, Don Roldán pudiera estar próximo a ser nominado al Premio Pulitzer.

Don García dice que la transformación morenista llegó para mejorar, nunca para mostrar retrocesos y alejamiento con la población y los diversos grupos sociales. Por ello la confianza y la moral veracruzana está en su mejor momento. En su personal utopía, supone que el pueblo veracruzano aclama y reza porque gané otro político de ‘alcurnia guinda’ como él.

Don García presume que integró una administración con colaboradores que no son como un mediocre equipo del llano; todos aportan y funcionan, nadie sirve para restar. Que en todos estos años ha habido una gran movilidad burocrática, un gobierno responsable. Así que los comentarios de empresarios y periodistas son porque ya no tienen los enchufes de los ‘malditos corruptos del pasado’. Su gobierno es como noche de luna que huele a jazmín.

Don García cree que la salud y la educación son dos de las dependencias donde la mejora y atención es ‘histórica’. Y varios operadores lo reiteran con actitud histérica.

Don García dice que difícilmente habría un veracruzano que pudiera decir que no recibió sus medicamentos completos, o que los niños o enfermos de cáncer no tengan sus tratamientos completos, o que los hospitales públicos no cuentan con todos los insumos, y que son tantos los logros, que sería casi imposible enumerarlos. 

Don García asegura que en la SEV, el Doctor Don Escobar es el prócer de la educación, que podría compararse con José Vasconcelos. Que los que han criticado a uno de sus mejores funcionarios, son strippers de la maledicencia y la comunicación. Que son mentiras, las acusaciones de que el secretario particular y familiares directos del Doctor Don Escobar, hubieran vendido plazas, porque ahí en la SEV se aplican los exámenes más rigurosos para ingresar como docente.

Don García alardea que la economía de Veracruz muestra los mejores índices de desarrollo económico en los últimos 50 años. Que el titular de esa dependencia, el exitoso y visionario emprendedor Don Nachón, debería prologar su gestión, porque su alto activismo ha opacado hasta a los hidalgos de su estirpe. Que la facilidad para atraer talento y la competitividad en la inversión, rompen los índices que hacen los conservadores y adversarios mentirosos.

Don García publicita que las grandes obras se comprueban con el desarrollo constructivo y la transparencia en la asignación de obras. Que todos los procesos de licitación pública deberían ser galardonados por organismos internacionales. Que Don Hernández, casi discípulo de Gustave Eiffel, demuestra día a día su capacidad para identificar en dónde deben desarrollar las obras más apremiantes que han reclamado, por años, los veracruzanos. 

Don García asegura que la deuda pública, heredada por los gobiernos neoliberales del pasado, ha disminuido por el manejo responsable en las finanzas públicas, pero atiborró las dependencias de empleados sin perfil para los puestos públicos. Que Don Lima no es inversionista directo, ni con prestanombres, de equipos de beisbol, fútbol o basketball.

Don García considera que los medios de comunicación contratados en su gobierno tienen mucha credibilidad, el mayor número de visitantes, y que transmitir sus mensajes en redes sociales, es una manera efectiva de difundir sus húmedos logros y avances de gobierno. Que Don Luna no es propietario de medios para recibir dinero extra, y que no lo manipulan vendedores de espejos, porque es un experto del tema.

Don García cree que la división de los Poderes de la Unión, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, así como los organismos autónomos de Veracruz, subsisten y se fortalecen con amenazas, chantajes y ultrajes hacia sus integrantes. 

Pero, señor Don García, por lo regular, todo aquello que se da sin esfuerzo, mintiendo o tergiversando la realidad, se descubre en algún momento de la vida. Esas supuestas victorias, son efímeras y se revierten fatalmente. 

Señor Don García, en pocos meses enfrentará la irremediable frialdad de la soledad del poder, desaparecerán de su lado la corte de aduladores, acomedidos y atrevidos que aún están y, aunque a nivel nacional llegase a ganar la presidencia alguna de sus ‘corcholatas’ preferidas, tendrá que enfrentar el desastre administrativo y la exigencia de cuentas de su gobierno. 

Señor Don García, quien lo suceda, no podrá ocultar los niveles desmedidos de corrupción, abuso y arbitrariedades que se han cometido en su administración, si es que en algún momento ha administrado algo. 

Señor Don García, lo bonito del poder es que se parece a la juventud, con el tiempo se acaba. Los veracruzanos esperan ese momento, y mientras tanto, evocan aquella sabia sentencia popular de “en esta vida matraca, nadie de ca…ntar se escapa…”.

Por lo pronto, porque aún hay más, convendría realizar la prueba del ácido, y corregir si es posible, soltar lastres atorados, lavarse las manos, secárselas, revisar si no apestan, y si acaso actúa con la ligereza que acostumbra, porqué no, pensar a quién aventar las culpas de salida, procurando primero, desde luego, verificar si hay suficiente papel de baño en el inodoro, antes de salir con una sonrisa de alivio. 

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