Corría la última semana del mes de marzo de 2018, cuando Cuitláhuac García se registró como candidato a la gubernatura del estado de Veracruz, por la coalición “Juntos haremos historia” conformada por Morena, Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social.

Cuitláhuac García prometió que el campo y los jóvenes, así como la generación de empleo, serían los ejes rectores de su gobierno. Tres de los sectores más olvidados y desamparados en Veracruz, porque el gobernador ha sido un deficiente político y administrador público y un pésimo imitador del presidente Andrés Manuel López Obrador, su inventor.

García Jiménez dijo en aquel momento: “ahora se entregan los apoyos, les dicen: yo te apoyo, pero vota por mí; eso lo vamos a erradicar”. Si sus palabras se confrontan con los hechos de los funcionarios de su gabinete se escucharían, como justificación, las frases huecas que se dicen desde el Palacio Nacional: “No somo iguales, primero los pobres”.

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También aseguraba que la inseguridad era uno de los problemas más graves de la entidad y prometió que llevaría a cabo políticas públicas eficientes para erradicar ese flagelo. Ante la realidad aplastante en este rubro, Cuitláhuac sólo se justifica y culpa a los otros, al pasado.

En la gráfica se observa a la ahora candidata a gobernadora Rocío Nahle, de la misma cuna y estirpe de Cuitláhuac, cuando acompañó a su cómplice de batallas, junto con Delia González Cobos, hoy auditora general del Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS) que desde septiembre de 2019 goza de dichosas vacaciones todo pagado, a las diputadas morenistas Rosalinda Galindo y Yeidckol Polevnsky, así como al ilustre político y filósofo Yair Ademar Domínguez, subsecretario de gobierno cuitlahuista, prometiendo una transformación que no se vio en el territorio veracruzano en cinco años de gobierno.

Los ciudadanos sólo han padecido la alta ineficiencia gubernamental, los bochornosos actos de corrupción y nepotismo cuitlahuista en los tres poderes del estado (algunos señalan que son peores a los cometidos durante el gobierno de Javier Duarte), la inseguridad, la ausencia de desarrollo económico, entre muchas cosas más.

Ahora es Rocío Nahle la que intenta ser la sucesora del galardonado inventor Cuitláhuac García, pero carga con graves señalamientos de corrupción en la construcción de la refinería Dos Bocas, con el descubrimiento de una mansión presuntamente de su propiedad ubicada en el lujoso fraccionamiento “El Dorado” del municipio de Alvarado, Veracruz y con el detalle de que los veracruzanos prefieren ser gobernados por veracruzanos.

A 80 días del 2 de junio, los ciudadanos desilusionados (silenciosos muchos de ellos por pena ajena), los indecisos, los jóvenes, la fuerza de la ciudadanía, los servidores públicos acosados y coaccionados y las mujeres, principalmente, tendrán con su voto el poder de rectificar el rumbo o permitir que se hunda el barco jarocho.

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