Con la salida de Verónica Aguilera, la primera directora del DIF en Veracruz de la actual administración, señalada por diversos casos de corrupción, se creía que esa dependencia podría conducirse con mayor pulcritud en la institución que maneja importantes apoyos asistenciales.

Para desgracia no ha sido así. En la actualidad existe una fuerte preocupación, entre diversos proveedores de productos y servicios, porque las malas prácticas para favorecer a “empresas a modo” sigue siendo una constante en la dependencia que conduce Rebeca Quintanar Barceló.

Lejos de que las compras públicas garanticen bienes y servicios de la máxima calidad al menor precio posible, lo podrido no se extermina en el gobierno de Cuitláhuac García, ya que las licitaciones simplemente están bien dirigidas para favorecer a empresas y personas sin experiencia y alejados de los estándares de calidad que merece la población.

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Una nueva ola de irregularidades en el DIF de Rebeca y sus protectores volverá a descubrir que los sobrecostos y solicitudes amañadas siguen siendo una constante en esa dependencia, como en los tiempos de Verónica Aguilera Tapia cuando contrataba empresas a sobrecostos del 50%.

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A ver con que rollo o justificación salen los cuitlahuistas, pero la mafia en el DIF de Veracruz parece que sigue bien organizada, planea más golpes al traqueteado presupuesto público y no escuchó el ¡muera la corrupción! que machaca López Obrador.

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