En Veracruz, las calles recién pavimentadas se agrietan antes de tiempo. Los hospitales se inauguran sin médicos ni equipo. Las promesas de modernidad se topan con caminos de terracería intransitables. Mientras las autoridades estatales y municipales presumen avances en infraestructura, comunidades enteras siguen esperando una obra pública que realmente cambie sus vidas.

Este reportaje explora la crisis estructural de la obra pública en el estado: una mezcla de corrupción, mala planeación y olvido sistemático de las zonas más vulnerables.

Obras que existen en el papel, pero no en el terreno

En municipios como Chicontepec, Soledad Atzompa o Tatahuicapan, decenas de caminos, puentes y aulas escolares han sido anunciados año tras año… pero siguen sin aparecer. Algunas de estas obras, aunque presupuestadas y “ejecutadas” en documentos oficiales, ‘nunca llegaron a construirse’.

 “Aquí vinieron a poner la primera piedra en 2021, trajeron prensa y hasta drones… pero después no volvieron. El camino sigue igual de malo”, dice Don Manuel, habitante de una comunidad en la sierra de Zongolica.

Según datos del Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS), tan solo en el ejercicio fiscal 2023 se detectaron más de ‘300 irregularidades en proyectos de obra pública’, muchas de ellas relacionadas con recursos no comprobados o trabajos inconclusos.

Calidad deficiente y complicidad con constructores: una constante

En Veracruz puerto, Coatzacoalcos, Papantla, Coatepec y Córdoba, por ejemplo, la población ha reportado múltiples obras de mala calidad: banquetas que se fracturan, drenajes colapsados, y pavimentos que se levantan al primer aguacero.

“Acaban de arreglar esta calle hace ocho meses y ya tiene baches. Es como si tiraran el dinero”, reclama una vecina del fraccionamiento Floresta, en Veracruz.

Expertos en ingeniería civil han denunciado la utilización de materiales de baja calidad, así como la ‘falta de supervisión técnica independiente’, como causas principales de este deterioro prematuro.

En este entramado, muchos de los miembros de las cámaras y asociaciones de la construcción han mostrado pusilanimidad y zalamería hacia los funcionarios de gobierno para no quedar fuera del jugoso reparto y ‘comisiones’ en la asignación de obras.

Incluso expresidentes de la Cámara de la construcción en el estado han sido prestanombres de funcionarios del gobierno del morenista Cuitláhuac García, en especifico, del exsecretario de finanzas y ahora director del INDETEC, José Luis Lima Franco, que hoy construyen centros judiciales en Veracruz y presumen grandes nexos y negocios con importantes funcionarios de la Auditoría Superior de la Federación.

El criterio político: obras que sirven más para las elecciones que para la gente

El patrón es conocido: en años electorales, las obras aumentan. Pero no siempre son las más urgentes. Glorietas, parques “inteligentes”, fuentes danzantes y gimnasios al aire libre se construyen mientras muchas colonias carecen de servicios básicos como agua potable, drenaje o alumbrado.

“Hacen obras que se ven bonitas para la foto, pero la colonia sigue inundándose cada vez que llueve”, explica un activista en el puerto de Veracruz.

Un estudio de la Universidad Veracruzana en 2024 reveló que el ‘80% de las obras nuevas en zonas urbanas se concentraron en sectores con alta visibilidad mediática’, dejando rezagadas a las periferias y áreas rurales.

Comunidades rurales: las eternas olvidadas

La brecha entre lo urbano y lo rural en Veracruz es abismal. Mientras en zonas turísticas se renuevan avenidas, ‘las comunidades indígenas y campesinas siguen esperando caminos pavimentados, clínicas funcionales y escuelas dignas’, como es el caso de Papantla.

“Cuando llueve, no podemos salir. Ni el doctor, ni los maestros llegan. Estamos aislados por completo”, narra una mujer en la comunidad de Ocotepec, municipio de Uxpanapa.

Pese a los discursos oficiales de inclusión, el presupuesto asignado a infraestructura rural ha disminuido sistemáticamente en los últimos tres años, según datos del Congreso del Estado.

Transparencia y vigilancia ciudadana: grandes ausentes

Muchos municipios carecen de portales actualizados donde la población pueda consultar contratos, presupuestos o avances físicos de las obras. Tampoco existen mecanismos eficaces de ‘auditoría social o contraloría ciudadana’, dejando el camino libre para prácticas opacas y clientelares.

La obra pública debería ser una herramienta de desarrollo, equidad y justicia. En Veracruz, sin embargo, sigue siendo terreno fértil para la corrupción, el oportunismo político y la exclusión. Urge una reforma profunda que incluya ‘planeación participativa, transparencia real y sanción efectiva’ para quienes lucran con el dinero del pueblo.

Porque detrás de cada calle mal hecha, cada clínica abandonada y cada puente sin terminar, hay una historia de abandono… y una comunidad esperando justicia.

Veracruz sigue en la ruta del abandono y la corrupción en la obra pública, acompañado del discurso hueco de las autoridades.

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