Xalapa.- La carencia de resultados en los primeros 365 días de Gobiernos hicieron que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez tuviera que enumerar como “logros” pavimentaciones de calles, apoyo en “bacheo” o préstamo de maquinaria, que le permitió hablar durante dos horas de mensaje en el Teatro del Estado.
Frente a políticos como la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el mandatario olvidó el mensaje político para fortalecer los pocos o muchos resultados de su administración o su visión sobre el segundo, por lo cual tuvo que recurrir a un concurso de aplausos para llenar el tiempo sobrante.
De esta manera, el Teatro se convirtió en un concurso de los “más amados”, porque el gobernador se refirió a sus colaboradores como “estrellas” de un firmamento que los veracruzanos no ven.
Los aplausos rompieron solo porque el recinto estuvo lleno de burócratas, amigos, y familiares de los secretarios, que ovacionaron a los funcionarios públicos incluidos aquellos como el titular de Sedesol, Guillermo Fernández Sánchez, que no ha podido ejercer ni el 30 por ciento del presupuesto de este año.
Pero quien se llevó “las palmas” fue el titular de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), Zenyazen Escobar García, que igual que el de Gobierno, Eric Cisneros, se puso de pie y dio al menos una vuelta como cortador de oreja en el ruedo.
Aún así, el silencio que guardó ante temas lastimosos como los feminicidios o los miles de desaparecidos en Veracruz, fue más escandaloso que los aplausos y los gritos eufóricos de quienes lo ovacionaron tras dos horas de “informe”.
De nada valió que el mandatario otra vez usará a las anteriores administraciones como pretexto por la falta de resultados, el comentario era el mismo en los pasillos: “no dijo nada importante”.
Por eso cuando aseguró que son hipócritas sus detractores que han señalado el desabasto de medicamentos en los hospitales en el estado, los presentes en el Mezzanine del Teatro soltaron un suspiro de resignación ante un gobernador que más que informe fue a rendir con sus colaboradores palabras de autocomplacencia.
Al salir, no hubo batucada como en los tiempos de gobiernos priistas, tampoco sindicatos lamiendo las botas de un gobernador, pero sí hubo secretarios que se abrazaron por salir del compromiso, en espera de que las comparecencias sean “igual de entretenidas y llenas de aplausos”.