El debate sobre cuál es la mejor forma de reparar Notre Dame, si se debe apostar por una reconstrucción idéntica a como era o aprovechar para innovar tanto en estilo como en materiales, comenzó nada más conocerse que la catedral parisina ardía, la tarde del 15 de abril, y no se ha cerrado aún. Todavía está lejos el momento en que se pueda empezar siquiera esa etapa —la fase de consolidación y asegurar la estructura aún durará varios meses— , pero la primera polémica, en torno a la cubierta, ya ha estallado.

Para el Consejo Nacional de Arquitectos (CNOA), la organización de agrupa a casi 30.000 arquitectos de Francia, la mejor solución sería reconstruir la cubierta con el mismo material que aguantó ocho siglos: madera. Así lo defendió el vicepresidente del CNOA, Eric Wirth, durante una audiencia en la Asamblea Nacional de la misión parlamentaria instituida el pasado verano para supervisar la aplicación de la ley del 29 de julio “para la conservación y restauración de la catedral Notre Dame de París” que regula ante todo los fondos públicos y las donaciones destinadas a reconstruir el emblemático templo gótico.

“El material más moderno, el más ecológico hoy en día, es la madera, que es el que almacena el carbono”, sostuvo Wirth ante los diputados el miércoles, según recoge la Agencia France Presse.

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La cubierta original de Notre Dame, una de las catedrales más antiguas de estilo gótico del mundo, cuya construcción comenzó en 1163, recorría la nave principal y estaba hecha de madera. También era de madera, de roble, la base de vigas que la sujetaba, y que era popularmente conocida como “el bosque”.

En los pasados días, algunos medios aseguraron que ya estaba decidido que la reconstrucción de esta parte clave de la catedral se haría en madera de roble, como el original. Sin embargo, el general Jean-Louis Georgelin, designado por el presidente francés, Emmanuel Macron, como director de la institución pública encargada de supervisar las obras de Notre Dame, desmintió categóricamente el domingo esas informaciones.

“Se dice que estaba decidido y no es el caso”, dijo Georgelin en un encuentro con periodistas de varios medios retransmitido por la cadena CNews. El militar, que desde abril se encarga de supervisar el avance de las obras de la catedral que dirige el arquitecto de Notre Dame, Philippe Villeneuve, consideró que esas informaciones podrían tener su origen en un “lobby extraordinario de la madera”, pero precisó que todavía no se descarta ninguna otra opción.

Al igual que sucederá con la aguja de la catedral, completamente destruida durante el incendio, antes de decidir cómo reconstruir la cubierta “habrá estudios y se analizarán todas las opciones posibles” tanto desde las instituciones públicas responsables como por parte de “científicos” especializados, adelantó.

“Hay que estudiar todas las opciones y, llegado el momento, proponer la mejor”, subrayó a la par que recordó que en otras catedrales reconstruidas tras un incendio u otra catástrofe, como la de Chartres, cuya cubierta de madera quedó destruida en un incendio en 1836 y fue sustituida por una estructura en hierro, o la “catedral mártir” de Reims, que desde su reconstrucción tras el incendio que la destruyó en 1914, durante la Primera Guerra Mundial, cuenta con una cubierta de hormigón.

“Hay que desconfiar de las falsas buenas soluciones”, previno Wirth sobre las tesis de que las cubiertas metálicas o de hormigón son mejores ya que son más ligeras. “Hace 800 años que la catedral está ahí. Si la obra hubiera sido hecha en acero, ya no tendríamos catedral. Incluso con todas las protecciones, vista la hoguera… El hierro aguanta media hora, una hora, y después se tuerce, tira de las paredes y hace que todo se derrumbe”, sostuvo. Además, recordó, las catedrales están hechas para aguantar grandes pesos. “Estas catedrales se sostienen estructuralmente porque hay una masa sobre una bóveda (…) solo funciona porque es pesado”, señaló. Para el arquitecto además, el precio de la estructura no tiene que jugar un papel en este debate. Al fin y al cabo, recordó, en este caso no hay que aplicar “lógicas económicas” puesto que “el dinero está ahí”.

Tras el incendio, empresas y particulares prometieron donaciones por 922 millones de euros. Según Georgelin, ya se han recibido “entre 400 y 500 millones”, de los que 85 han sido gastados ya en las tareas de consolidación. El responsable de todo el proyecto está tranquilo, al menos en materia de financiación: “No tengo inquietud alguna respecto de nuestra capacidad de recopilar” el dinero prometido”, aseveró.

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