El fútbol es un deporte de contacto, aunque hay excepciones. El pasado 13 de septiembre, el equipo de fútbol amateur SG Ripdorf/Molzen II perdió su partido por cero goles a 37, después de que sus jugadores trataran en todo momento de mantener el distanciamiento social respecto a sus rivales del Holdenstedt II. 

El insólito encuentro tuvo lugar en la ciudad de Uelzen, en la undécima división del fútbol alemán, una de las más bajas. 

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En su anterior compromiso, el Holdenstedt II había entrado en contacto con un oponente infectado. Aunque todos sus jugadores dieron negativo en el test de coronavirus, sus rivales del SG Ripdorf/Molzen II creyeron que no se daban las condiciones de seguridad para jugar porque no habían pasado los 14 días preceptivos de cuarentena. 

El equipo local pidió cancelar el juego como medida de precaución, pero el Holdestedt II se negó. Finalmente, siete jugadores del SG Ripdorf/Molzen II se prestaron como voluntarios para jugar el partido, los mínimos reglamentarios para evitar una multa, aunque el club advirtió que jugaría manteniendo las distancias de seguridad con sus oponentes.

El encuentro se celebró, pero el rival no tuvo piedad y anotó 37 goles, casi un tanto por cada dos minutos, sin que su rival hiciera el menor intento de disputar el balón. 

El técnico del equipo ganador Florian Schierwater dijo que “no hubo razones para cancelar el partido”. Mientras tanto, el copresidente de los perdedores Patrick Ristow afirmó que “en plena pandemia, los 22 podrían infectarse”. “No fue la mejor solución. Pero lo hicimos”, concluyó.

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