Agencia Reforma

Hoy en día, aunque los cuidados perinatales y la atención neonatal han conseguido garantizar la supervivencia de los bebés nacidos prematuramente, estos aún enfrentan ciertos riesgos que los afectarán de por vida.

Uno de ellos es la retinopatía del prematuro (ROP, por sus siglas en inglés), padecimiento que puede ocasionar la pérdida de la visión si no se trata oportunamente. Razón por la cual especialistas de APEC, Hospital de la Ceguera han creado un algoritmo basado en Inteligencia Artificial que es capaz de detectarlo a tiempo.

María Ana Martínez Castellanos, oftalmóloga especialista en retina médica y quirúrgica, y líder de este proyecto desarrollado en alianza con Microsoft Philanthropies, Business Data Evolution y otras organizaciones, explica en entrevista que la ROP se caracteriza por el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos dentro de la retina.

“Es una enfermedad de las venas y las arterias que están en la retina, que es la capa del ojo, la que tapiza el ojo por adentro. Es a donde llega la imagen, y la que va a transformar la energía que viene de fuera -los fotones- en energía química, primero, y después en eléctrica para enviarla al cerebro ya codificada y que nosotros podamos ver”, detalla.

La formación de estas venas, continúa Martínez Castellanos, no concluye sino hasta la semana 40 o 42 del embarazo. “Es decir, aún en embarazos de término todavía se sigue formando la retina y se sigue vascularizando”.

De forma que, cuando un bebé nace antes de tiempo, el desarrollo de estas venas se queda a la mitad y pueden pasar dos cosas. Lo que la especialista denomina “el camino bueno”, que es que la retina se siga poblando de vasos sanguíneos, y el tejido vaya creciendo conforme la propia demanda metabólica.

“O dos, que el recién nacido se vaya por el camino malo y se descontrole tanto”, precisa, “que esas venas en vez de crecer por la pared del ojo, crecen hacia adentro del ojo, hacia la gelatina que se llama vítreo. (Ésta) se contrae y desprende la retina; y al desprender la retina, el niño se queda sin ver”.

De acuerdo con la oftalmóloga y retinóloga pediatra, se trata de una enfermedad muy precisa, pues exactamente al mes de nacidos se tiene que revisar a los bebés.

“Y si estás viendo que se está yendo por el camino malo, tienes 48 horas para tratarlo. Pasadas esas 48 horas, esa retina se va a empezar a desprender”.

Así que la ventana de tiempo para la atención es muy breve. Y aunque los tratamientos actualmente son accesibles y de fácil aplicación, el problema es que no se lleva a cabo la revisión en el momento debido.

Ni siquiera porque la propia Ley General de Salud, en su Artículo 61, Fracción IV, instruye “la aplicación del tamiz oftalmológico neonatal, a la cuarta semana del nacimiento, para la detección temprana de malformaciones que puedan causar ceguera, y su tratamiento, en todos sus grados”. Mandato impulsado por la propia Martínez Castellanos, quien por años cabildeó con legisladores hasta conseguir que se decretara.

“Setenta por ciento de los niños que son ciegos no tendrían que haberlo sido”, lamenta.

“Y no todos los hospitales cuentan con oftalmólogos capacitados para hacer esa revisión y detectar esta enfermedad antes de que la retina se desprenda. Ahí es donde entra el algoritmo”.

Se trata de un algoritmo de red neuronal entrenado para el diagnóstico de la ROP, a partir de las cerca de 3 mil fotografías recolectadas en México y países de Latinoamérica con que los especialistas alimentaron su sistema.

Imágenes que se catalogaron en “ojos sanos” y “ojos enfermos” para que el algoritmo aprendiera a reconocer los patrones comunes de los ojos afectados en contraste con los sanos. Su índice de certeza se calcula por encima del 85 por ciento, a diferencia del 60 por ciento de la revisión humana.

La oftalmóloga y retinóloga pediatra Martínez Castellanos expone que el sistema de captura de imágenes para esta detección se suele hacer a nivel mundial mediante cámaras con un valor arriba de los 2 millones de pesos, y de las que hay pocas en México.

“Pero con una lente especial que usamos para ver retina y un teléfono celular se pueden sacar fotos de suficiente calidad para que el algoritmo pueda decirnos: ‘Esta retina no es normal’. No nos va a decir qué enfermedad es ni en qué estado está la retina; lo que nos va a decir es que esto no es normal y requiere que lo vea un especialista en otro lado.

“Eso ya nos elimina una buena cantidad que son sanos y nos deja a los pacientes que tienen alguna enfermedad, orientado muchísimo hacia ROP, que es la primera causa de ceguera en México en los niños”, subraya la especialista.

Es ahí donde se espera que este desarrollo marque una diferencia, pues se estima que en nuestro País anualmente hay 16 mil recién nacidos prematuros en riesgo de presentar la retinopatía del prematuro, 2 mil 500 de ellos en forma grave, dando como resultado mil niños ciegos cada año.

Pero la solución puede ir mucho más allá de las fronteras nacionales e impactar en un mundo con 50 mil niños ciegos por retinopatía, casi la mitad de ellos -24 mil- en América Latina.

“Lleva una curva de aprendizaje tomar las fotografías, pero es algo que se puede aprender. Todo mundo tiene un teléfono celular, y las lentes especiales, aunque son caras, es infinitamente más barato que comprar una cámara de 2 millones”, destaca Martínez Castellanos.

Luego de alrededor de dos años de trabajo el algoritmo está prácticamente listo, y sólo falta sortear la parte burocrática para conseguir su aprobación y que pueda empezar a ser usado en los sistemas de salud del mundo.

Y de esa forma contribuir a la prevención de una enfermedad cuya consecuencia, la ceguera, no sólo resulta muy costosa para cada nación, sino para las propias familias y los núcleos sociales de los afectados.

“El poder nosotros hacer una detección de una enfermedad que tiene tantas secuelas no solamente para el paciente, sino para todo lo que está alrededor de él, yo creo que vale la pena muchísimo un programa así y poderlo implementar en muchos lados”, remarca Martínez Castellanos.

‘Sin ciencia no hay futuro’

El desarrollo de este algoritmo ha sido posible gracias al financiamiento privado.

Si bien antes tuvieron un proyecto similar en conjunto con universidades nacionales como la UNAM, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) les retiró el apoyo económico con el que lo realizaban.

“Conacyt nos quitó el apoyo y el proyecto se murió”, remarca la oftalmóloga y retinóloga pediatra María Ana Martínez Castellanos.

“La ciencia para ellos no es prioritaria. Y sin ciencia no hay futuro”, alerta la especialista.

A decir suyo, tener que importar toda la tecnología en lugar de desarrollarla en el País a partir de investigación local implicará siempre tener que pagar más por ella.

“Pagamos tres veces más de lo que le cuesta a un hospital en Estados Unidos tener ese mismo equipo. Y siempre vamos a tener que comprar los insumos, siempre vamos a depender de que su técnico venga y nos cobre 10 mil dólares por hacerle el mantenimiento anual. Eso nos pone en una desventaja gigantesca.

“Si tú no inviertes en ciencia en tu País, sea tecnología médica, tecnología para la industria o para lo que tú quieras, siempre vas a depender de otros. Y esta gente no se da cuenta, cree que vamos a trabajar con nopal y maíz”, ironiza Martínez Castellanos.

La experta advierte que tomará mucho tiempo revertir los cambios de la actual Administración, la cual ha impulsado medidas como la eliminación de fondos para la investigación, y busca instaurar mediante la nueva legislación del sector un Consejo de Estado que defina y controle toda la ciencia que se haga en el País.

“Va a tomar lustros o décadas volver a lo que estábamos”, lamenta la oftalmóloga.

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