Aunque las autoridades de Nuevo León intentan dilucidar las causas de la muerte de Debanhi Escobar, joven de 18 años cuyo caso conmocionó a México, cada vez son más los que temen que su caso se sume a los muchos en la historia reciente del país que siguen sin respuestas claras.

El mal manejo de las pruebas, la distorsión de investigaciones, el encubrimiento, los intereses políticos o la simple incompetencia han dejado muchos crímenes sin esclarecer, incluso algunos de fuertes implicaciones para México. Las encuestas de distintos centros de estudio del país afirman que en torno al 90% de los asesinatos quedan impunes en el país.

En el último caso que ha suscitado una gran polémica ha sido el de Debanhi, cuya foto de noche y en mitad de una carretera del norte del país se hizo viral. Se la tomó el taxista de cuyo vehículo descendió por causas no claras el 9 de abril. El 21 de ese mes se encontró su cuerpo en una cisterna de un motel cercano.

La autopsia determinó que llevaba muerta entre cinco días y dos semanas, que no tenía agua en los pulmones y que estaba viva dentro de la cisterna. El médico forense dijo que podía haberse puesto de pie y que la causa de la muerte fue un golpe en la cabeza. Su bolso se encontró en un despósito contiguo, y sus llaves y teléfono móvil en un tercero. Comprender lo que pasó es imposible todavía.

Los casos son muchos, pero estos son quizás algunos de los más notorios misterios por resolver -al menos en la mente del público- durante años o incluso décadas:

Cardenal Juan Posadas Ocampo 1993

El cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue asesinado de 14 disparos a corta distancia el 24 de mayo de 1993. Estaba dentro de su coche en el aeropuerto de la ciudad de Guadalajara.

El gobierno dijo que los pistoleros del cártel de la droga confundieron el vehículo del cardenal con el de un narcotraficante rival pero las autoridades eclesiásticas creen que Posadas Ocampo, que vestía ropa clerical, fue asesinado porque conocía relaciones entre narcotraficantes y funcionarios.

Aunque algunos de los implicados fueron acusados de delitos relacionados con las armas o las drogas y reconocieron haber participado en el asesinato, nadie ha sido condenado por el homicidio.

Luis Donaldo Colosio 1994

El candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, fue asesinado a tiros en un acto de campaña en 1994. Mario Aburto, trabajador de una fábrica de 23 años, fue detenido en el lugar de los hechos y rápidamente confesó los disparos, afirmó que había actuado solo y fue condenado a 45 años.

Sin embargo, Aburto ha denunciado desde entonces que fue torturado para que confesara, y en octubre la Comisión Nacional de Derechos Humanos pidió que se reabriera su caso, diciendo que había pruebas que corroboraban su denuncia de tortura.

Sigue leyendo: “Existe la hipótesis de que Debanhi cayó con vida a la cisterna y tuvo oportunidad de reaccionar”: Fiscalía de Nuevo León

Te puede interesar: ¿Qué le pasó a Debanhi? Especulaciones, desconfianza y dudas sobre la muerte de una joven que se convirtió en un espectáculo mediático en México

Manuel Muñoz Rocha 1994

Muñoz Rocha, senador de Tamaulipas, fue acusado de ayudar a Salinas a organizar el asesinato de Ruiz Massieu y desapareció poco después del asesinato. En un extraño giro de los acontecimientos, un fiscal federal contrató a un vidente que condujo a los investigadores hasta un cráneo enterrado en un rancho propiedad de Salinas en 1996.

Pero el cráneo resultó ser de uno de los familiares fallecidos del vidente y presentaba signos de haber sido sometido a una autopsia. El vidente fue encarcelado por ayudar a plantar pruebas falsas, Muñoz Rocha nunca fue visto de nuevo, ni vivo ni muerto.

Abraham Polo Uscanga 1995

Polo Uscanga era un juez de Ciudad de México que afirmó haber recibido amenazas de funcionarios del gobierno tras negarse a ordenar la detención de miembros de un sindicato disidente de conductores de autobuses de la desaparecida Ruta 100. Fue encontrado muerto en su despacho con dos heridas de bala en la cabeza. Las autoridades dictaminaron rápidamente que se trataba de un suicidio, pero la conclusión fue ampliamente ridiculizada.

Digna Ochoa 2001

La abogada de derechos humanos Digna Ochoa fue encontrada muerta en el suelo de su despacho de Ciudad de México en 2001, y los grupos de derechos humanos sospecharon que sus enemigos en el ejército, el gobierno o la industria maderera la habían silenciado.

Las circunstancias eran extrañas. Una nota anónima encontrada cerca de su cuerpo parecía amenazar a otros activistas de derechos humanos. Ochoa había recibido dos disparos con su propia pistola y no había señales de que se hubiera forzado la entrada. Los investigadores no encontraron ninguna huella dactilar inusual y se preguntaron por qué Ochoa llevaba guantes de goma y por qué había harina esparcida por toda la escena.

El investigador principal del caso se vio obligado a dimitir tras concluir que Ochoa se disparó para convertirse en una mártir de los derechos humanos. Nunca se ha condenado a nadie por el caso.

Paulette Gebara Farah 2010

El fiscal del Estado de México, Alberto Bazbaz, dimitió en 2010 después de anunciar que, tras una extensa búsqueda de nueve días de una niña de 4 años desaparecida, el cuerpo de Paulette Gebara había sido finalmente encontrado en su propia cama y, aparentemente, fue pasado por alto por la policía.

Bazbaz afirmó que se había asfixiado accidentalmente en su propia ropa de cama y que los agentes de la fiscalía la encontraron sólo después de que el cuerpo empezara a oler. Un año después, Bazbaz fue nombrado director de la agencia nacional de inteligencia del país.

Publicidad