El 2021 debía ser el año del cambio tanto en la retórica como en la política del Gobierno estadounidense en materia migratoria ya que, desde un primer momento, estaba claro que Joe Biden tendría otro tono con la comunidad migrante.
“El primer día voy a enviar al Congreso la ley de reforma migratoria que proporcionará un camino hacia la ciudadanía a 11 millones de inmigrantes indocumentados que contribuyen muchísimo a este país”, prometió el político demócrata en junio del 2020 en plena campaña electoral.
Ya en la Casa Blanca, el presidente tradujo ese mensaje en acción y en febrero de este año firmó varias órdenes ejecutivas que buscaban revertir la política de su predecesor, Donald Trump.
Efecto llamada
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Este contexto propició un efecto llamada y no tardaron en verse las primeras caravanas de migrantes rumbo a EE.UU. En marzo, la cifra de niños que viajaban sin adultos rompió récords y en julio fueron detenidos más de 212.000 migrantes, la cifra más alta en los últimos 21 años.
La tendencia continuó al alza y las autoridades informaron de que 1,7 millones de migrantes habían sido detenidos entre septiembre del 2020 y el mismo mes de 2021. Fueron los números más elevados jamás publicados para un año fiscal.
Precisamente en septiembre último se vivieron momentos de máxima tensión, cuando unos 15.000 refugiados, en su mayoría provenientes de Haití, acamparon bajo un puente en el pequeño poblado fronterizo de Del Río, en Texas.
Días de caos
Durante días reinó el caos y salieron a la luz imágenes de agentes a caballo tratando de acorralar a migrantes con sogas como si fueran ganado.
“Fueron imágenes dantescas, asustadoras, abrumantes, que denotan el racismo con el que algunos agentes de la Patrulla Fronteriza se confrontaban con los migrantes”, recordó Clara Irazábal, directora de Estudios Urbanos y Planificación de la Universidad de Maryland.
“Son imágenes dolorosas que dieron la vuelta al mundo y que dieron una imagen muy fea del país con respecto a la protección de los derechos de los migrantes que son derechos humanos”, añadió.
Esperanzas rotas
Este año 2021 ha visto un aumento notable en el flujo migratorio de personas que intentan llegar a Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Muchos tenían la esperanza de que con Joe Biden en la Casa Blanca las condiciones les serían más favorables. Sin embargo, ahora la dura realidad es que muchos de ellos acaban en lugares como albergues en México, que están totalmente colapsados.
Quienes acaban absorbiendo el problema son las organizaciones sin ánimo de lucro mexicanas, cuyos responsables no dudan en apuntar a la clase política.
“Llegan con la esperanza, ahí sí, al principio, de llegar hasta Estados Unidos con la llegada de Biden. Pero se han topado con todo negativo y ahora con una muy dura situación migratoria en México” manifestó Gabriela Hernández Chalte, coordinadora del refugio Casa Tochán.
Y concluyó que “México está haciéndoles el trabajo sucio al Gobierno norteamericano, está siendo el tapón para que la gente no llegue y está haciendo la labor para cansarlos”.
‘Quédate en México’
Ya en el último tramo del año, una resolución judicial obligó a la Administración Biden a restablecer la polémica medida de la era Trump conocida como ‘Quédate en México’, un programa criticado por el mandatario demócrata y según el cual los peticionarios de asilo deben esperar en el país vecino el resultado de su trámite.
Eso sí, los expertos subrayan que la maquinaria partidista y legislativa estadounidense es la que impide al gobierno de turno mejorar las condiciones de los migrantes.
“El endurecimiento de la política migratoria no viene desde la Casa Blanca necesariamente, sino que es provocado por presiones tanto de los estados como del Poder Judicial, que ordenó la reinstauración del programa ‘Quédate en México’, y la Casa Blanca pues se allana a esas medidas que han tomado otros poderes u otros niveles de gobierno”, explicó el profesor y analista político internacional Ernesto Carmona.
Promesas incumplidas
En palabras del académico, “es diferente en el sentido en que Donald Trump sí era el que incitaba o el que tomaba las medidas de mano dura contra la migración. Sin embargo, al parecer, la institucionalidad norteamericana termina orillando a todos los actores institucionales a actuar de una manera más o menos similar”.
De esta manera, el 2021 se cierra con muy pocos pasos efectivos en materia migratoria, más allá de la voluntad de Washington de trabajar con los países de origen para detener el flujo de personas. Una actitud que parece ser insuficiente y distar mucho de las promesas del actual presidente a principios de su mandato.