La Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) de México reportó el hallazgo de un centro de exterminio en Matamoros, una ciudad fronteriza con EE.UU., en donde durante los últimos cuatro años se ha rescatado media tonelada de huesos humanos, lo que representa una cifra récord en un país en donde las cifras oficiales reconocen que hay 89.424 personas desaparecidas.
Karla Quintana, titular de la CNB dio detalles de un caso del que ella misma asumió que se ha hablado muy poco. De hecho, ofreció los detalles en una conferencia de prensa la semana pasada en la que actualizó el reporte de desapariciones y avances de búsqueda, pero sus revelaciones sobre este expediente en particular no tuvieron mayor repercusión, a pesar de que demuestra la magnitud de la tragedia humanitaria que vive el país.
Dijo que en 2017 se descubrió un centro de cremación clandestina en La Bartolina, un brazo de mar ubicado en Matamoros, Tamaulipas, a unos 12 kilómetros de la costa del Golfo de México y muy cerca de la ciudad de Brownsville, Texas. “Desde entonces se han recuperado unos 500 kilogramos de restos óseos calcinados”, añadió, aunque no precisó cuántos han logrado ser identificados.
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La funcionaria agregó que desde hace dos años en este caso trabajan de manera conjunta “en este lugar de exterminio” la Fiscalía General de la República, la fiscalía local de Tamaulipas y la CNB.
Múltiples investigaciones periodísticas, tanto de medios estatales como nacionales, ya habían advertido que la masiva “narcofosa” había sido encontrada en abril de 2016, es decir, un año antes de lo que reportó Quintana, pero el entonces gobernador Egidio Torre Cantú, a quien le faltaban cinco meses para terminar su mandato, intentó ocultar la información. De hecho, negó el hallazgo.
Un año más tarde, entonces sí, la Fiscalía Especializada en la Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada de Personas comenzó a trabajar en el terreno para rescatar los restos, trabajo realizado en gran parte gracias a “las buscadoras”, como se denominan las madres que, ante el abandono del Estado, comenzaron a buscar con sus propias manos y en fosas clandestinas a sus hijos desaparecidos.
Son más
Una de ellas le explicó al portal A dónde van los desaparecidos que, en 2017, en La Bartolina comenzaron a abrir un pozo y lograron documentar 24 fosas, aunque solo lograron abrir una o dos con la ayuda de la Fiscalía estatal.
“Nos fuimos arriba del terreno y había otro pozo que excavamos y sacamos; ahí nos intoxicamos tres personas. Entonces ese otro pozo y tres más se abrieron y terminó la intervención del Estado, pero como yo no tenía resultados y una exhumación correcta fue cuando intervino la FGR a mediados del 2018”, recordó.
La buscadora, que forma parte del colectivo Madres Unidas por Nuestros Hijos agregó que la cifra de restos encontrados es mayor a la que reveló Quintana, ya que solo el año pasado se recolectaron 725 kilos de huesos junto con credenciales de identidad de algunas víctimas, facturas, ropa calcinada, relojes, anillos, ropa y dentaduras de oro.
“En La Bartolina, donde pises, hay una muela, una cervical, una costilla, una mandíbula; hemos encontrado cuerpos enteros y medios, cervicales con pelvis completas. El riesgo es que vuelvan a desaparecer los cuerpos, porque cuando el agua del mar sube llega al terreno y arrastra todo, por eso queremos que se programe una intervención mayor y urgente”, dijo al advertir que hasta ahora solamente se ha excavado una cuarta parte de los 600 metros del terreno que fue reconvertido en un crematorio clandestino.
Tragedia
La desaparición forzada de personas, que es un crimen de lesa humanidad y, por lo tanto, imprescriptible, se transformó en un problema central en México a partir de 2006, el año en el que el expresidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico.
Desde entonces, las organizaciones criminales que operan en el país se multiplicaron y, en muchos casos en complicidad con funcionarios, cometen masacres y esconden los cuerpos de sus víctimas, o lo que queda de ellas. Hasta ahora, se han descubierto más de dos mil fosas clandestinas con restos humanos amontonados.