Médicos mexicanos en zonas rurales, en particular los becarios de clínicas y hospitales de áreas montañosas y remotas realizan día a día su labor bajo amenaza y son obligados a atender heridas de delincuentes mientras hombres armados les apuntan con pistolas.

El asesinato reciente de dos galenos haciendo sus prácticas en el norte del país, un residente (estudiante de especialidad) de 24 años en el estado de Durango y una anestesióloga de 38 en Chihuahua, en menos de una semana, puso en evidencia la gravedad de este asunto.

El caso, que se suma a muchos otros reseñados puntualmente por medios informativos en diversas zonas del país, explica por qué cada vez hay menos médicos dispuestos a aceptar plazas de clínicas del gobierno en esas regiones.

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“Qué rayos te importa cómo me llamo. Dame lo que necesito y, si no me siento mejor, vengo por ti”, le dijo en octubre pasado a Carlos, el doctor en turno en una clínica de Tepehuanes, Durango, un joven, de unos 16 años, que se quejaba de un fuerte dolor abdominal, y quien llegó armado al pequeño hospital.

“La atención se le brindó armado”, narró el doctor citado por el diario Reforma, al precisar que llegó a bordo de una camioneta bastante grande, acompañado de otros cuatro amigos todos con armas de alto poder, radios y gorras.

Tras el asesinato del becario Eric Andrade, en la localidad de Pueblo Nuevo, Durango, el pasado día 15, cuatro días después del homicidio de la anestesióloga Masiel Mexía que laboraba en un hospital en la sierra Tarahumara, habitada por la etnia del mismo nombre, en Chihuahua, cundió el clamor en todo el país para poner alto a esta oleada de homicidios.

Además de las advertencias e intimidaciones de que son objeto, los médicos trabajan en instalaciones sanitarias totalmente desastrosas con puertas y ventanas rotas, sitios de descanso inadecuados y falta de insumos básicos para realizar sus labores.

El Consejo Nacional de Evaluación de Evaluación de la Política Social (Coneval) publicó un estudio en 2020 en el cual indicó que de 21 mil centros de salud en el país, la quinta parte carecen de agua limpia, la tercera parte de drenaje y más de la mitad de servicios de internet.

Parlamentarios de oposición condenaron los asesinatos de al menos una decena de médicos este año y recriminaron al gobierno que esté “enviando a jóvenes estudiantes a exponer su vida”.

“La inseguridad ha llegado a niveles insostenibles” para los médicos que laboran en regiones alejadas”, afirmaron miembros de la bancada del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Los legisladores condenaron “enérgicamente” estos “cobardes asesinatos” y exigieron que se les brinde “seguridad adecuada a los profesionales de la salud en su lugar de trabajo”, al reprobar “todo acto de violencia” en contra de ellos.

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Además, llamaron a las autoridades a “establecer mecanismos eficaces para proteger y garantizar la seguridad de todo el personal de salud que se desempeña en las unidades médicas rurales del país”.

El secretario de Salud Jorge Alcocer afirmó que no es “posible ni recomendable” eliminar el servicio social para los estudiantes de disciplinas médicas, por ser “una necesidad académica de alta relevancia social”.

Después del asesinato del becario, por lo menos 15 trabajadores de la clínica El Salto, de Pueblo Nuevo, presentaron su renuncia, confirmó la directora de Servicios de Salud en Durango, Blanca Estela Luna.

El incidente ocurrió cuando dos hombres armados que formaban parte de un grupo más amplio eran atendidos por intoxicación alcohólica por el becario y comenzaron a discutir entre sí y luego sacaron sus armas y las dispararon.

La policía sólo detuvo a una persona no identificada, pero hasta ahora no han avanzado más las investigaciones y la fiscalía señaló que se trabaja en la identificación de otra que participó en el asesinato.

En tanto se van evidenciando estos hechos, el presidente López Obrador en sus conferencias mañaneras y las giras de gobierno de cada fin de semana, sólo se ocupa de lanzar distractores o minimizar los hechos de violencia que inundan a todo el país, en medio de una crisis económica preocupante.

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