En un camino que serpentea el cementerio Caballero Rivero Woodlawn North de Miami, en Estados Unidos, un panteón gris con una puerta azul sobresale del resto de las tumbas.

No es ostentosa ni llama mucho la atención salvo por un detalle: al frente está escrito el apellido Somoza.

Allí están los restos de Anastasio Somoza Debayle, el tercer líder de la brutal dinastía Somoza -después de su hermano Luis y su padre Anastasio Somoza García- que gobernó Nicaragua entre 1937 y 1979.

Somoza murió el 17 de septiembre de 1980 en un atentado en Asunción, Paraguay, donde estaba exiliado tras la revolución sandinista del año anterior.

Sus cinco hijos, todos ellos nacidos en suelo estadounidense, decidieron llevar sus restos a Miami.

El segundo apellido que figura en el panteón del cementerio es Portocarrero, porque allí también está el cuerpo de la estadounidense Hope Portocarrero, quien fuera su prima hermana, esposa y madre de sus hijos, y que murió en octubre de 1991.

Si bien el matrimonio duró casi tres décadas, la relación terminó en separación en 1976.

Y es que paralelamente, durante cerca de dos décadas, Somoza mantuvo un romance con otra mujer: Dinorah Sampson.

Al principio la mantenía oculta, pero con el paso de los años la relación se volvió pública y ella supo sacar provecho de su influencia.

Hermosa y soberbia

Dinorah Sampson nació en León, Nicaragua, el 23 de noviembre de 1947, en una familia humilde y trabajadora.

“Dinorah era una muchacha sencilla en su juventud y muy hermosa”, explica el periodista Nicolás López Maltez, director del diario La Estrella de Nicaragua, que se edita en Miami.

Otros la describen como “soberbia y prepotente”, según el libro “De Mrs. Hanna a la Dinorah”, de Viktor Morales Henriquez.

Lo poco que se conoce sobre su vida profesional es que trabajó como telefonista en una radio de Nicaragua.

Existen al menos dos versiones de cómo Somoza conoció a quien abiertamente sería su amante por casi dos décadas. Algunas fuentes aseguran que alguien los presentó en una fiesta. Otras, que fue en un funeral.

Las dos coinciden en que desde el momento en que él la vio, cuando ella tenía 17 años y él 39, se enamoró inmediatamente.

Hope Portocarrero, esposa de Anastasio Somoza Debayle, destacaba por ser una mujer elegante.

El contraste entre las dos mujeres era evidente.

“Hope amaba a Tacho (como llamaban a Somoza) pero pasaba gran parte de su tiempo tratando de suavizar sus asperezas y convertirlo en un caballero”, escribió el fallecido periodista e historiador neozelandés Bernard Diederich en su libro Somoza and the Legacy of U.S. Involvement in Central America (“Somoza y el legado de la participación de Estados Unidos en Centroamérica”).

Con Dinorah Sampson, mientras, “tenía pasión”, asegura López Maltez.

La influencia y los favores

Anastasio Somoza Debayle fue electo presidente el 5 de febrero de 1967, tras una campaña política sangrienta, y gobernó hasta 1972. Luego volvió a ser jefe de Estado en 1974 hasta que fue derrocado en 1979.

Mientras tanto se gestaba una crisis en el país producto de la pobreza y la violencia. Muchos jóvenes se unieron al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para luchar contra el gobierno de Somoza, entre ellos el actual presente de Nicaragua, Daniel Ortega.

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Somoza minimizaba la situación y seguía con sus actividades, mientras la presencia de Dinorah Sampson iba ganando protagonismo.

“Hope estaba al lado de su esposo durante los mítines, pero en la primera fila, en el lugar de honor, estaba Dinorah”, escribió en su libro Bernard Diederich quien entrevistó a Somoza en varias oportunidades.

Dinorah Sampson poseía una gran habilidad para explotar su posición de privilegio en Nicaragua.

“Durante años voló en la aerolínea de Somoza a Miami, siempre regresando con mercancía de contrabando con la que pasaba por la aduana antes de ser recibida por sus guardaespaldas y un chófer en un Mercedes Benz”, detalló Diederich.

Cuando la relación se fue haciendo pública, aparecieron los oportunistas que le pedían a Sampson que intercediera por ellos para llegar a Somoza.

“Pero ella no necesitaba pedirle esos favores a Somoza. Si un amigo quería algo de la alcaldía de Managua, ella no hablaba con Somoza, hablaba directamente con el alcalde. Y éste, concedía el favor, cualquiera que fuera”, cuenta López Maltez.

Como resultado, Sampson fue aumentando su influencia y pedía oportunamente algo a cambio de los favores. “Así, fue adquiriendo un poder lateral que cada vez crecía más”, explica.

“Ella aparecía como una promotora de esas comuniones para pobres. Una vez compró 500 vestidos e hizo una gran fiesta. ¿Quién paga esto? ¿De dónde salió el dinero? El pecado no era la comunión, el pecado era abusar de los fondos del Estado”, dice López Maltez, quien conducía un noticiero en Nicaragua durante parte del gobierno de Somoza.

Dinorah Sampson también tenía una faceta familiar alejada de los focos.

“La conocí cuando yo tenía 9 años. Ella vivía en la casa presidencial. Todo el mundo sabía que era la amante. Pero para mí era la esposa del general”, dice la escritora Ligia Urroz que acaba de publicar el libro “Somoza” donde cuenta cómo fue su relación personal con Anastasio Somoza Debayle y Dinorah Sampson.

Urroz es nieta de Humberto Argüello, quien fue cónsul general de Nicaragua en México por 16 años. Durante su infancia, ella pasaba las vacaciones con la pareja en las playas de Nicaragua.

“Era una mujer extremadamente inteligente y seductora. A toda la gente que estaba alrededor del general, ella la podía manejar a su antojo”, describe Urroz.

Terremoto y separación

El 23 de diciembre de 1972, una serie de terremotos sacudieron Managua. Las consecuencias fueron catastróficas.

Se estima que casi 20.000 personas murieron y otras tantas resultaron heridas. Cientos de miles de personas se quedaron sin casa.

Este desastre natural sumado a la escasa y lenta asistencia del gobierno hizo que la crisis social se profundizara en todo el país.

Para 1974, “la difícil situación diaria de los campesinos se puede resumir en miseria, hambre, desnutrición, miedo, ceguera nocturna (producto de la desnutrición), muerte prematura y analfabetismo”, escribió el periodista Alan Riding en el New York Times el 31 de diciembre de ese año.

Mientras, Somoza reformaba la Constitución para retener la presidencia hasta 1981 y había mandado construir en Managua para Dinorah “El Retiro”, un rancho al estilo texano.

“Cuando la esposa y la amante asistieron a la misma fiesta a principios de la década de 1970, la multitud (que solía estar) alrededor de Hope gradualmente se achicó y se acercó al círculo alrededor de Dinorah. Políticos y buscadores de favores pedían invitaciones para las fiestas privadas en la villa de Dinorah”, detalló en su libro Bernard Diederich.

Hope Portocarrero decidió mudarse a Londres en 1976. Más tarde, tras la muerte de Somoza, se casó con el millonario estadounidense Archie Baldocchi.

A toda la gente que estaba alrededor del general, ella la podía manejar a su antojo”

Dinorah Sampson se convirtió en la primera dama no oficial.

Fue ella la que estuvo con Somoza cuando sufrió un ataque cardíaco en 1977 que hizo que fuera trasladado de urgencia a Miami. También era ella la que siempre lo acompañaba frente a la mirada de aceptación de sus hijos.

El exilio

Somoza minimizaba la situación en Nicaragua y, a la vez, decía que era víctima de una “agresión comunista internacional”.

Pero la crisis social, las decenas de miles de muertos y la revolución sandinista hicieron que abandonara el país el 17 de julio de 1979, considerado por muchos nicaragüenses como “el día de la alegría” porque significó el fin de la dinastía de los Somoza.

Varios artículos del diario Miami Herald de la época describen el exilio de Somoza en esa ciudad estadounidense como repleto de excentricidades.

Cabe recordar que Somoza pasó gran parte de su infancia en EE.UU. Incluso estudió en la academia militar estadounidense West Point y su inglés eramejor que su español.

También tenía estrechos vínculos con los exiliados cubanos y negocios en Florida, como parte de una fortuna familiar que antes del exilio se calculaba desde los US$100 millones a los US$1.000 millones, según el mismo diario.

Pero las cosas no salieron como él había planeado y debió abandonar Estados Unidos. Su exilio lo llevó a Asunción, Paraguay. Dinorah Sampson, en ese entonces, seguía a su lado.

El asesinato

Anastasio Somoza Debayle fue asesinado el 17 de septiembre de 1980 en la capital paraguaya. Tenía 54 años.

Siempre iba custodiado y se movía con un auto blindado. Excepto ese día que salió con su chofer y su asesor financiero hacia el banco.

“Le pregunté si iba a volver para almorzar y él dijo que sí: ‘Siempre vuelvo a tu lado. Siempre estaré a tu lado Dinita. Estaré contigo toda mi vida'”, contó Dinorah Sampson días después de la muerte de Somoza, según un artículo del Miami Herald del 21 de septiembre de 1980.

Esa mañana el auto Mercedes Benz que no estaba blindado fue emboscado por un grupo armado. Somoza recibió al menos 18 disparos. Luego una bazuca destrozó el vehículo.

El atentado se lo adjudicó un grupo guerrillero argentino el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), encabezado por Enrique Gorriarán Merlo.

“Déjame verlo, déjame verlo, quiero verlo (…) Dime que no es verdad”, gritaba sollozando Dinorah Sampson en medio de la calle frente al auto destruido.

Según reportes de la prensa de la época, ella lloró sobre el ataúd en el que había una corona de flores rojas con una nota: “Adorable Tacho, solo la muerte puede separarnos. Tu amor, Dinita”.

Más tarde habría dicho: “Me ha destrozado la pérdida de mi amigo de 18 años… Me siento muy sola”.

Los hijos de Somoza, que habían volado a buscar su cuerpo, acordaron con ella llevarlo a Estados Unidos.

La vida en EE.UU. y el anonimato

Desde que Anastasio Somoza Debayle fue asesinado hace más de 40 años, Dinorah Sampson permanece en el anonimato.

No ha dado entrevistas y sólo habló con la prensa en 1997 cuando se presentó espontáneamente en una subasta de pertenencias de Somoza.

Ella había guardado recuerdos que incluían fotos, diarios íntimos y hasta una pistola en un depósito en Miami. Pero dejó de pagar y las cosas se remataron.

“Yo quiero que se sepa públicamente que de ninguna manera estoy vendiendo las cosas que pertenecieron al general (Somoza) y la historia de mi vida junto a él”, dijo Dinorah Sampson, según publicó el Miami Herald del 23 de mayo de 1997.

“Me siento tan herida y dolida como cuando el general fue asesinado”, afirmó.

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