La Cumbre del Clima de Dubái (COP28) ha llegado en la recta final a un acuerdo histórico de “transición para alejarse de los combustibles fósiles”. El presidente de la conferencia celebrada en Dubái, sultán Ahmed Al Yaber, encontró en última instancia la fórmula para evitar el bloqueo de los “petroestados”, con Arabia Saudí a la cabeza, y lograr el visto bueno de la Unión Europea y de 130 países que proponían ir más allá e incluir la palabra “eliminación” en el acuerdo.

“Necesitábamos un nuevo camino y lo hemos encontrado”, declaró en su discurso ante el pleno el sultán Ahmed Al Yaber, tras las agónicas negociaciones que se prolongaron en el tiempo de descuento hasta la madrugada del miércoles. La aprobación por consenso fue recibida con una cascada de aplausos por los delegados de 198 países.

“Habéis dado el paso al frente, habéis mostrado flexibilidad, habéis puesto el interés común por delante del interés propio”, declaró Al Yaber, asediado durante toda la conferencia por las críticas por su doble papel como director ejecutivo de la petrolera Adnoc. “Estamos ante un paquete histórico para acelerar la acción ante el cambio climático: lo podemos llamar el consenso de Emiratos Árabes Unidos”.

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“Decir que tenemos que hacer una transición significa que tenemos que dejar atrás los combustibles fósiles”, fue la valoración de la vicepresidenta tercera Teresa Ribera al inicio del pleno. “Creemos que hay referencias muy concretas a cómo hacer la transición equitativa y justa en el texto y que se están sentando las bases para una nueva etapa”.

“Hay elementos que nos gustan y otros que no nos gustan tanto”, comentó por su parte el comisario climático de la UE Wopke Hoekstra. “Conviene destacar en cualquier caso que es la primera vez en tres décadas que hay una mención explícita al futuro de los combustibles fósiles en una cumbre del clima”.

El máximo responsable de cambio climático en la ONU, Simon Stiell, que el día anterior advirtió de las “minas de tierra” que amenazaban con hacer saltar por los aires la negociación, vaticinó que la COP28 será recordada como “el principio del final de los combustibles fósiles”. “Ahora tenemos que ponernos a trabajar y cumplir con el Acuerdo de París”, recalcó Stiell. “En el 2025 debemos entregar las nuevas contribuciones nacionales alineadas con el objetivo de 1,5 grados (de aumento máximo de las temperaturas”.

El último borrador propuesto en la madrugada del miércoles por el sultán Ahmed Al Yaber fue recibido como una mejora con respecto a la versión del lunes, que provocó una auténtica tormenta en el desierto y fue criticado como “inaceptable e insuficiente”. El texto aprobado finalmente junto al Balance Mundial (el primer inventario de la acción climática desde el Acuerdo de París) hace una llamada la transición “equitativa y ordenada” con el objetivo de “tomar acciones en esta década crítica y conseguir el cero neto en el 2050”.

Esta última mención al 2030 como meta inmediata era también una de los principales reivindicaciones tanto de la UE como de la Alianza de Pequeños Estados-Isla, que calificaron la versión anterior como una “sentencia de muerte” para los países más vulnerables al cambio climático.

El acuerdo de la COP28 reconoce “la necesidad de una reducción profunda, rápida y sostenida de las emisiones en linea con el objetivo de 1,5 grados” (de aumento máximo de las temperaturas). Otro de los puntos clave fue hasta el final la meta de triplicar la capacidad de las renovables en el 2030.

La negativa de Arabia Saudí y otros petroestados a incluir una referencia a la “eliminación” (phase out en inglés) o a la “reducción” (phase down) creó graves tensiones en la recta final de la cumbre de Dubái, que tuvo que prolongar sus sesiones y forzar el tiempo de descuento.

El texto final reconoció también la necesidad de adaptar la transición “a las necesidades diferentes de cada país” e incluyó una mención explícita a “acelerar la reducción de emisiones derivada del transporte por carretera”. El acuerdo hace también una llamada a la eliminación de la producción de carbón sin sistemas de captura de CO2, un punto criticado por decenas de expertos que cuestionan la capacidad de esta tecnología a gran escala.

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