Dentro de una de las únicas prisiones federales para mujeres en Estados Unidos, las reclusas acusan que han sido objeto de abusos sexuales desenfrenados por parte de funcionarios penitenciarios e incluso del director del centro, y que a menudo fueron amenazadas o castigadas cuando intentaron hablar.

Las presas y los trabajadores de la institución correccional federal en Dublin, California, incluso tienen un nombre: “El club de la violación”.

Una investigación de The Associated Press encontró una cultura permisiva y tóxica en el recinto, lo que permitió años de conducta sexual inapropiada por parte de empleados depredadores y encubrimientos que en gran medida han mantenido el abuso fuera de la vista del público.

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La AP obtuvo documentos internos de la Oficina Federal de Prisiones, declaraciones y grabaciones de reclusas, entrevistó a empleados y presas y, además, revisó miles de páginas de registros judiciales de casos penales y civiles que involucran al personal penitenciario.

Toda la información en su conjunto detalla cómo las denuncias de las reclusas contra miembros del personal, en su mayoría hombres, fueron ignoradas, cómo las presas podían ser enviadas a confinamiento solitario por señalar abusos y cómo los funcionarios a cargo de prevenir e investigar conductas sexuales inapropiadas fueron acusados de violentar a las mujeres.

En un caso, una reclusa contó que un hombre, que era su supervisor de trabajo en la prisión, se burló de ella al comentarle “que comiencen los juegos” cuando la asignó a trabajar con un capataz de mantenimiento al que apuntó por violación.

Otro trabajador afirmó que quería dejar embarazadas a las reclusas.

El alcaide Ray J. García, el hombre a cargo en Dublin, mantuvo fotos de desnudos en su teléfono celular proporcionado por el Gobierno de una mujer a la que está acusado de agredir. Dejó el cargo y fue arrestado en septiembre pasado.

Una reclusa admitió que estaba “abrumada por el miedo, la ansiedad y la ira, y lloraba incontrolablemente” después de soportar abusos y represalias en la cárcel.

Otra aseguró que pensó en suicidarse cuando sus gritos de ayuda no fueron escuchados y ahora sufre de ansiedad severa y trastorno de estrés postraumático.

Toda actividad sexual entre un trabajador de la prisión y un recluso es ilegal. Las denuncias en Dublin hasta ahora han resultado en cuatro arrestos.

La AP se puso en contacto con los abogados de cada empleado de la prisión de Dublin acusado de abuso sexual o nombrado como acusado en una demanda por abuso, y trató de contactar a los hombres directamente a través de los números de teléfono y direcciones de correo electrónico disponibles. Nadie respondió a las solicitudes de entrevista.

Thahesha Jusino, que asumió el cargo de alcaide de Dublin a fines de enero, prometió trabajar “incansablemente” para reafirmar la tolerancia cero con respecto al abuso sexual.

Subrayó que se está cooperando plenamente con el inspector general del Departamento de Justicia en las investigaciones activas.

Funcionarios sindicales manifiestan que la gran mayoría de los empleados de Dublin son honestos y trabajadores, y están molestos porque las denuncias y acciones de algunos trabajadores han empañado la reputación de la prisión.

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El caso en la cárcel de Dublin exhibe una crisis mayor dentro de la Oficina de Prisiones. En 2020, el mismo año en que se quejaron algunas de las mujeres en Dublin, hubo 422 denuncias de abuso sexual de reclusos por parte del personal en todo el sistema de 122 prisiones y 153 mil reos.

La agencia dijo que sólo comprobó cuatro de esas denuncias y que 290 aún están siendo investigadas. No se indicó si las acusaciones se concentraron en las cárceles de mujeres o si se extendieron por todo el sistema.

Un semillero de corrupción y mala conducta, el sistema penitenciario federal ha estado plagado de innumerables crisis en los últimos años, incluida la actividad delictiva generalizada entre los empleados, niveles críticamente bajos de personal que han obstaculizado las respuestas a emergencias, la rápida propagación de Covid-19, una respuesta fallida a la pandemia y decenas de fugas.

El mes pasado, el asediado director, Michael Carvajal, anunció su renuncia.

El lunes, dos reclusos murieron en un enfrentamiento entre pandillas en una penitenciaría federal en Texas, lo que provocó un cierre nacional.

FCI Dublin, a unos 34 kilómetros al este de Oakland, se inauguró en 1974. Se convirtió en 2012 en una de las seis instalaciones sólo para mujeres en el sistema penitenciario federal.

Las actrices Lori Loughlin y Felicity Huffman cumplieron condena allí por su participación en un escándalo de soborno en la admisión a la universidad.

Al 1 de febrero, tenía alrededor de 750 reclusas, muchas de las cuales cumplían sentencias por delitos de drogas.

Cada vez hay más mujeres tras las rejas, pero siguen siendo una minoría: sólo alrededor del 6.5 por ciento de la población total de reclusos federales.

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