Tirso Martínez, El Futbolista, fue el responsable de que Querétaro e Irapuato quedaran fuera del futbol mexicano en junio de 2004. 

En ese momento, no se dio una explicación clara de por qué la Federación Mexicana de Futbol había tomado esa decisión. 

La afición caminó a ciegas entre los rumores de que el dueño de los equipos “andaba en algo malo”. 

Era otra época, sí, y además los cambios de franquicia habían estado a la orden del día. 

Querétaro, en 2002, se había beneficiado de ello, porque consiguieron tener futbol de primera división a costa de La Piedad. 

Años después, en 2018, ese otrora dueño del Querétaro confirmó lo que entonces la Federación no supo decir: había entrado al futbol mexicano con dinero obtenido del narcotráfico.

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 Su nombre hoy tiene una relevancia contextual. Es Tirso Martínez, narcotraficante que ha testificado en el juicio contra el exsecretario de Seguridad Pública (2006-2012) Genaro García Luna en EEUU. Su declaración ha sido desestimada por el juez que lleva el caso de García Luna, pues se ha valorado que sus testimonios no entran en el período de acusaciones al exfuncionario (2001-2019), incluso las ha llamado “pérdida de tiempo”. Pero sus afirmaciones son clarificadoras en el mundillo del futbol mexicano: su dinero estaba sucio antes de comprar a Querétaro e Irapuato en donde era socio del joyero Kléber Mayer, y la Federación no evitó que entrara al negocio, y solo confirmó que era narcotraficante hasta 2006.

El apodo de Martínez, como no podía ser de otro modo, era ‘El Futbolista’. Entre sus relaciones personales más destacadas había dos que llamaban la atención: era compadre de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, y de Arturo Beltrán Leyva, según ha recordado Proceso. No se trató de un capo de altos vuelos, pero sí de un operador que traficaba cocaína a los Estados Unidos, delito por el que fue detenido el 9 de febrero del 2014. Al año siguiente fue extraditado a Estados Unidos.

En julio de 2004, el entonces subprocurador de la República, José Luis Santiago Vasconcelos (muerto en el mismo avión que Juan Camilo Mouriño en 2008), declaró al Sol de Durango que se estaba investigando a tres personas ligadas al mundo del futbol mexicano. No quiso decir de qué equipos eran dueños los investigados. La Femexfut se limitó a la más escueta de las explicaciones: “En aras de un mejor espectáculo y de crear una Liga Premier que merece la familia del futbol mexicano, acordamos reducir de 20 a 18 equipos para el próximo torneo”. Años más tarde, Alberto de la Torre, presidente de la Federación en ese entonces, dio su versión de por qué habían desafiliado a Querétaro e Irapuato.

“Se formó el Consejo de Dueños y se pidió hacer una especie de auditoría a todos los equipos para ver la solvencia económica y para saber si podían tener equipos en Primera División. Esos dos en especial se vio que no tenían la solvencia o no presentaron los papeles suficientes a la empresa que nosotros le encomendamos el trabajo”, dijo de la Torre a Mediotiempo en 2020. Y así se cortó de 20 a 18 equipos el campeonato mexicano. En 2006, recordó de la Torre, la Femexfut compró a Martínez sus equipos: pagaron 14 millones de dólares para recuperarlos y ponerlos en venta nuevamente.

Como el mismo Tirso Martínez lo reconoció en el juicio del Chapo Guzmán, con el dinero obtenido del narcotráfico se compró a los dos equipos de futbol que tuvo en México. Además era aficionado a las peleas de gallos. En la condena a Guzmán se registró que Martínez formó parte de los cárteles de Sinaloa y Juárez entre los años 1995 y 2003. Por sus declaraciones y las conclusiones, hay un hecho irrefutable: el dinero con el que entró al futbol mexicano era sucio. Y la Federación tardó dos años en darse cuenta de que algo andaba mal y cuatro más en confirmar que Martínez era narcotraficante, cuando en 2006 decidieron comprarle sus equipos. En febrero de 2020, Tirso Martínez fue condenado a siete años de prisión.

Lo peor, para ambas plazas, es que el público fue el más afectado con su adiós a la Primera División. En el caso de Querétaro la tragedia parece no tener fin: son un equipo que ha lidiado con muchos momentos funestos y que nunca se ha establecido en Primera División de manera permanente. Han tenido cinco dueños en poco menos de veinte años, tras la salida de Tirso Martínez, y en 2014 volvieron a estar en el ojo del huracán, cuando Amado Yáñez, su propietario en ese momento, fue detenido acusado de fraude bancario. Y en los años recientes, cuando parecía que por fin lo conseguía, sucedió la deplorable agresión a aficionados atlistas que le costó un año de veto al Estadio Corregidora.

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