Surgen algunas preguntas inevitables sobre las condiciones de salud de la reina Isabel II en el Reino Unido tras la noticia de su breve hospitalización en las últimas horas.

La noticia se mantuvo oculta durante horas y se hizo pública recién anoche, a raíz de las revelaciones anticipadas por The Sun, el implacable tabloide del grupo Murdoch.

La reina de los récords, de 95 años, ya regresó al Castillo de Windsor para un período de descanso de “unos días”, que los médicos le recetaron repentinamente el martes, con una recomendación imperativa de cancelar in extremis una visita programada a Irlanda del Norte, hasta la víspera en la agenda real.

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Sin embargo, dejando a un lado las garantías oficiales, la confirmación de la entrada de Su Majestad a un ala reservada del hospital del Rey Eduardo VII en Londres para “chequeos preliminares” no especificadas no puede dejar de ser preocupante.

Sobre todo porque, de hecho, el Palacio de Buckingham se vio obligado a admitir todo a última hora de la noche para no ser “quemado” por el sol: encomendó a un portavoz una declaración concisa en la que se especificaba que la paciente, que en agosto había pasado poco menos de 24 horas en hospital, entre “el miércoles por la tarde y la hora de comer” del jueves estuvo allí y volvió luego al castillo.

Mientras, Downing Street reproducía un mensaje ad hoc de buenos deseos dirigido a la matriarca de la patria por el primer ministro Boris Johnson, también en tono tranquilizador.

Para dar crédito a las fuentes palaciegas citadas por la agencia PA, la decisión se tomó por meras “razones prácticas”, con el fin de facilitar y agilizar una serie de reconocimientos o chequeos preventivo. Y mientras tanto la soberana habría regresado a su mesa de trabajo ayer por la tarde, para dedicarse a algún compromiso institucional “ligero” a la distancia.

Pero The Guardian resaltó cómo la hospitalización, aunque fugaz, representa un evento poco común, excepcional para la hija de Jorge VI, esperada en las próximas semanas en Glasgow para la conferencia internacional de la ONU bajo la presidencia británica sobre la lucha contra el cambio climático CoP26, y también para los preparativos para el Jubileo de Platino en vista del 70 aniversario de su coronación que cae en 2022.

Se trata de una soberana con un temperamento notoriamente formidable, que el martes recibió (sin máscara, a pesar del repunte de infecciones de Covid-19 en el Reino Unido) a Bill Gates y otros empresarios en un foro sobre inversiones “verdes” promovido por el gobierno de Johnson.

La última hospitalización de Isabel II, pluri-vacunada contra el coronavirus en los últimos meses, se remonta a hace 8 años, cuando estuvo en la clínica no más de una noche tras una gastroenteritis, recuerdan los medios de prensa.

También subrayan que los problemas de salud que hasta ahora han sido “poco frecuentes” para ella y lo reacia que siempre ha sido a darles peso. Mucho menos a ser hospitalizada.

Los comentaristas sobre asuntos reales no son en absoluto unánimes. Para algunos, la inquietud es legítima, dado el “afecto” generalizado de los súbditos hacia el monarca, pero hasta la fecha no han surgido elementos de alarma concretos.

“El palacio -replica Richard Palmer, firma del sensacionalista Daily Express- intenta dar la impresión de que (la reina) simplemente puede estar cansada de demasiados compromisos. Sin embargo, dudo que sea capaz de ser completamente convincente ante la opinión pública”, después de la información tardía sobre la hospitalización.

Si bien no faltan aquí y allá anotaciones sobre los posibles signos de fatiga captados en algunas imágenes recientes de Isabel II. Despunta el estrés que soportó por el escándalo sexual que se extendió sobre su tercer hijo Andrés; por la separación de la Familia Real y el traslado a Estados Unidos de su sobrino Harry con su esposa Meghan; o incluso por las incógnitas hacia una futura sucesión del heredero al trono, Carlos (durante algún tiempo, corregente de facto), mucho menos popular que ella.

Y sobre todo se menciona la pérdida del príncipe consorte Felipe, compañero y pilar de toda la vida que falleció con casi 100 años de edad hace 6 meses. 

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