La alcaldía de Nueva York dio este jueves un giro en la situación que mantiene con el gobernador de Texas, Greg Abbott, y le acusó de enviar a los migrantes en autobuses portando brazaletes en las muñecas. 

El comisionado de la Oficina de Asuntos del Inmigrante de Nueva York, Manuel Castro, ha acusado a Abbott de tratar a los migrantes “como si fueran ganado”.

Este jueves, 223 migrantes arribaron en cinco autobuses a la estación de la Autoridad de Puertos en Manhattan y los adultos portaban brazaletes, según recogieron varios canales de televisión, lo mismo que ocurrió con los 237 que fueron recibidos el miércoles por representantes del Ayuntamiento.

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Castro indicó, tras hablar con los recién llegados, que estos “sienten que están siendo rastreados y están menos dispuestos a dejar los autobuses (durante su larga ruta por Estados Unidos)” porque creen que si no llegan a Nueva York, “se meterán en problemas”. 

Las autoridades neoyorquinas quitan el brazalete a los migrantes tan pronto bajan del autobús. 

Castro, que acude diariamente a la Autoridad de Puertos para recibir la oleada de migrantes, cuestionó que, si Abbot dice siempre que el viaje es voluntario “¿por qué se necesita un brazalete y un código de barras para las personas?”. 

Castro ha denunciado que presuntamente los migrantes han sido obligados a viajar a esta ciudad y ha asegurado que aunque Nueva York seguirá recibiendo a estas personas, en su mayoría venezolanos, es su “responsabilidad moral” denunciar lo que ocurre. 

La respuesta de la Administración Abbott no se hizo esperar asegurando que el brazalete es un protocolo cuando se procesa a los migrantes para el viaje y que contienen los datos de estas personas y su consentimiento de que ha hecho el viaje de forma voluntaria, según reportan medios locales.

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Abbott comenzó a enviar migrantes en un viaje directo a Nueva York desde el cinco de agosto, pero desde antes habían comenzado a llegar a través de Washington, el primer punto de envío.

El gobernante republicano ha admitido abiertamente que quiere repartir la carga migratoria que soporta Texas en su frontera y ha declarado que Nueva York y Washington, por ser ciudades progresistas gobernadas por alcaldes demócratas, son las que tienen que asumir su parte de un problema que considera nacional.

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