Según la encuesta de Consulta Mitofsky, dirigida por Roy Campos, el 28 por ciento de los ciudadanos declaran una intención de voto y al mismo tiempo dicen que podrían cambiar en lo que resta de la campaña. A este tipo de votantes se les llama volátiles y son, a su parecer, más importantes que los indecisos.

Seis de cada 10 ciudadanos que manifiestan una preferencia se dicen seguros de su decisión, es decir, que ya no habrá campaña que los mueva. Los votantes de López Obrador son quienes se dicen más convencidos con el 71 por ciento, en cambio 64 por ciento de los votantes de Meade o de Anaya son los que lo aseguran.

Esta variable es la que para algunos abre posibilidades a un “voto estratégico”, con ciudadanos que al final puedan cambiar de opinión.

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Si se trata de estimar cuántas personas son las que están mostrando una preferencia, se puede encontrar que serían 66 millones y eso sería 73.4 por ciento de participación, muy alta, por lo que es de esperar que muchos de ellos no lo cumplan y no se presenten a la urna.

Los que dicen poder cambiar de opinión son aproximadamente 19.5 millones de personas, algunos probablemente se vayan a la abstención, otros no cambiarán y se quedarán donde están si no pasa nada importante y algunos otros si podrían modificar su inclinación.

En este sentido, para que Anaya o Meade tengan el mismo número de personas que dicen estar seguros de apoyar a López Obrador, tendrían que convencer a los volátiles de todos los candidatos incluyendo a los suyos propios, cosa que, como indican los agregadores de encuestas y los analistas, es posible pero poco probable.

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