Inaugurado hace menos de un mes a 45 kilómetros al norte de Ciudad de México, el nuevo aeropuerto internacional Felipe Ángeles (AIFA), una apuesta personal del presidente Andrés Manuel López Obrador, aún se encuentra inconcluso y cuenta con una ínfima afluencia de pasajeros.

La instalación aún se halla muy lejos de alcanzar las cifras de viajeros que se pronosticaban. En el periodo en el que ha estado operativo, ha albergado una docena de vuelos diarios de media, a muchísima distancia del otro aeropuerto capitalino, el Benito Juárez, que opera 900 vuelos al día.

Las cifras contrastan con las estimaciones del Ejército mexicano, que prevé que este año se atenderán a 2,5 millones de pasajeros, mientras que en 2023 el número ascendería al doble.

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Además, todavía se están realizando en su interior obras de acondicionamiento, mientras que la mayoría de sus locales comerciales permanecen cerrados con carteles que anuncian una próxima apertura.

Solo una ruta internacional

En la actualidad, el AIFA opera seis rutas nacionales (Tijuana, Cancún, Monterrey, Guadalajara, Villahermosa y Mérida) y tan solo una internacional con la capital venezolana, Caracas, a través de la aerolínea Conviasa.

Sin embargo, el aeropuerto anunció que a partir del segundo semestre de este 2022 contará con vuelos a EE.UU., uno de los destinos preferidos de los mexicanos, a través de las compañías Delta y Copa Airlines. Además se negocia con una compañía de Catar para dar servicio a los aficionados que quieran acudir al Mundial de Fútbol en el emirato.

El proyecto también tiene problemas de conectividad con la Ciudad de México, registrando congestiones en sus carreteras de acceso. Se prevé que tenga conexión ferroviaria a partir del próximo año, mientras que se está construyendo una nueva autopista para darle servicio.

Una apuesta personal

El nuevo aeropuerto fue una apuesta personal del propio López Obrador, incluso antes de haber asumido la Presidencia. Así, tras ganar las elecciones canceló la construcción del aeropuerto de Texcoco, presupuestado en 13.000 millones de dólares, y que había sido aprobado por su antecesor, Enrique Peña Nieto.

Se criticaba lo costoso de ese proyecto y que parte del monto invertido se hubiese podido destinar a sobornos. Así, López Obrador ordenó al Ejército mexicano la construcción del AIFA en terrenos de la base aérea militar Santa Lucía con un coste sensiblemente inferior, que no alcanza los 4.000 millones de dólares.

El pasado 21 de marzo, día del aniversario del nacimiento de Benito Juárez, el presidente inauguró el AIFA en una ceremonia en la que presumió de haber cumplido los plazos previstos y su promesa de modernizar el país.

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