Jesús Lezama

Primero, el ex Secretario de Gobernación y flamante coordinador de los senadores de Morena, Adán Augusto López involucrado con el tema del Cártel de “La Barredora” en Tabasco, encabezado por su secretario de seguridad cuando fue gobernador de ese estado, ahora familiares directos del ex Secretario de Marina, Rafael Ojeda; antes, los graves actos de corrupción en SEGALMEX, el Tren Maya, la refinería Dos Bocas, los señalamientos en contra del impecable ‘Andy’ y un largo listado.

Pero hay historias que se entrelazan. Hace 9 años (10.04.2016) en el editorial de Palabras Claras se evocó al historiador Paul Preston, en referencia al dictador de España Francisco Franco: “Franco utilizaba la corrupción para controlar a sus allegados y colaboradores; era una especie de mezcla entre premio y chantaje, porque los dejaba hacer cosas y luego les amenazaba con acusarlos”. En esa época “la idea del servicio público no era para el beneficio público, sino para el privado”. Señalaba también que: “Franco era una nulidad que vivía detrás de una serie de máscaras y en cada momento cogía la más apropiada”.

Ingratas referencias que no pueden engañarnos. Mentiras, corrupción, impunidad, enriquecimiento inexplicable, deuda estratosférica, desfachatez, son signos distintivos en los gobiernos de Morena. No obstante, se atreven a pedir “pruebas, pruebas, pruebas”, cuando los hechos notorios no las ameritan. 

Hoy, millones de mexicanos consideran que todos los caminos del narco apuntan a AMLO, y ahora empiezan a darse cuenta de que el ‘mesías’ podría pasar a la historia como el presidente más corrupto del México independiente. Muchos ‘callan como momias’ o ‘están moralmente derrotados’.

La ciudadanía se pregunta cómo defenderán al gobierno del expresidente López Obrador y al régimen, las focas aplaudidoras, los “periodistas de face”, los voceros oficiales o los que transitan sin dignidad arrastrados a los del poder. La realidad los aplasta. 

Es “Lo Que Hay”. Y “Lo Que Hay” es reconocer la realidad, sin adornos, sin negación, sin lucha innecesaria. Aceptar no es aprobar, es comprender lo que está pasando y reconocer qué está pasando, y desde esa comprensión elegir cómo actuar prudentemente.

Así que desgastar energía peleando con la realidad es innecesario, vale más empezar a usar ese ímpetu para transformar lo que no ha sido correcto, es “Lo Que Hay”, pero “aún hay más”.

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