Divulgación histórica. Clío vs Negra Crestina
Por Omar Piña
Un cartel impreso a tres tintas aglutinó en un listado aquellos atributos que el candidato del Partido Nacional Revolucionario (PNR) garantizaba a sus simpatizantes para ser electo como presidente de la república en el año de 1934. La idiosincrasia partidista lo presentaba con una dote, se trataba de un: hijo del pueblo/ revolucionario sincero/ soldado leal/ defensor del proletariado/ gobernante íntegro y depositario de la confianza nacional. En aquella propaganda, la efigie de Lázaro Cárdenas dominaba los cintillos, bocados y llamadas que detallaban por escrito una síntesis de su trayectoria en la vida pública y el futuro plan sexenal que abarcaría de 1934 a 1940.
En una conferencia celebrada en la Academia Mexicana de la Historia, el historiador Pavel Navarro detalló que la designación de candidatura, campaña y elección presidencial de 1934 merece distinguirse porque consiguió el afianzamiento del PNR como partido de Estado. Con la aclaración de que la institución llevaba apenas cinco años en funciones, “es a partir de aquella elección donde el reciente organismo político demuestra su unidad y fuerza como partido”. A través de acuerdos y coaliciones se concreta la candidatura del general Cárdenas.
A partir de su designación como candidato del PNR el 7 de diciembre de 1933, la campaña de Cárdenas es apabullante. Sucederán siete meses de proselitismo electoral. Durante ese tiempo transitó en los puntos más estratégicos de los entonces 27 estados del territorio nacional en una maniobra que lo hizo recorrer poco más de 27 mil kilómetros. Los discursos estuvieron impregnados por los ideales de conseguir la justicia social que había detonado la revolución mexicana y el anuncio del plan sexenal. Cárdenas reivindicó que los sacrificios y angustias provocados por la guerra civil iniciada en 1910 no serían en vano y el futuro habría que consolidarse.
La campaña presidencial de 1934 innovó por el espacio abarcado durante la gira, el sentido de los discursos y la inclusión de los afiches o “bisutería electoral”, como señaló el doctor Navarro. Pendones, banderines y carteles, llegaban con anticipación, se distribuían entre los asistentes a los mítines y terminado el acto proselitista quedaban como una huella de la presencia de un candidato fuerte que contaba con el beneplácito del Plutarco Elías Calles, Jefe Máximo de la Revolución y con la estructura partidista que lo respaldaba.

Cartel de campaña presidencial: https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/CRL95.html
En el México de 1934 se verifica otra elección de Estado. Pero es allí donde es factible apreciar la función de la institucionalización partidista. Un país que emergía de la guerra y los asesinatos entre quienes encabezaban el grupo en el poder reveló que: “con el PNR la familia revolucionaria dirimiría sus diferencias para definir al candidato y muestra que el proceso de sucesión es eficiente.” Pero hay más, entresijos y detalles. Dominaba una sospecha: el electo Lázaro Cárdenas sería un presidente más bajo el control de Plutarco Elías Calles.
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