Xalapa, Ver.- “Celebrar no. Antes al menos podíamos salir a la calle, ahora ni eso”, reprocha Carmen, una mujer de 63 años a quien las felicitaciones por el Día Internacional de la Mujer, “le ofenden”.

“¿Por qué celebran que sea mujer? Deberían dejarnos vivir, dejar de chingarnos, eso sí nos ayudaría. Lo otro son puras tonterías del gobierno”. 

Carmen cuenta que ahora teme salir de su casa por la violencia que hay en el estado, dice que antes se debían cuidar las jóvenes, pero que ahora todas son presas.

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“Antes podíamos salir a la calle, caminábamos sin miedo y ahora hay que estar cuidando de todos. Ya nadie se salva, no sé qué logros presumen”.

Tampoco en lo laboral hay avances, pues cuenta que, aunque sigue trabajando en una dependencia de gobierno, conforme han pasado los años la comenzaron a “no ver”. 

“Yo ahora soy invisible, me ponen a contestar teléfonos como si solo para eso sirviera. Llevo más de tres décadas trabajando y ahora me habilitaron una mesita, me pusieron el teléfono para contestar porque dicen que así no me canso”. 

Para las jóvenes el panorama no es distinto. Elizabeth tiene 32 años, es contadora en una cadena comercial; tiene cinco años trabajando para la empresa y es parte de la estadística, porque mientras a un contador recién ingresado le pagan 10 mil pesos al mes, a ella le siguen pagando los 6 mil con los que inició.

“Los dos trabajamos igual, cuando son cierres de mes nos desvelamos igual, pero a él le pagan más. He preguntado por qué le pagan más, pero me dicen que él además hace labores directivas, no sé a qué se refieran”.

Ella espera poder cambiar de trabajo, aplicó algunos exámenes para una empresa en Guadalajara, el sueldo sería casi el doble, pero tendría que dejar a su familia y a su hija. Posiblemente el primer año tenga que dejar a su pequeña de dos años con la abuela.

Otras mujeres son estudiantes, jóvenes que cada mañana salen a sus escuelas con miedo de caminar al salir porque durante todo el día la zona universitaria es segura, pero ya por la noche la ciudad cambia.

Es el caso de Mayela, estudiante de Arquitectura en la Universidad Veracruzana (UV), a ella la intentaron asaltar hace un año. Se salvó porque uno de sus compañeros vio de lejos que alguien corría hacia ella y pudo comenzar a gritarle “para espantarlo”.

“Después de eso me conoce un gas pimienta que traigo en mi mochila y en las noches lo saco mientras camino hacia mi casa. A veces pienso en sí tendría el tiempo y la cabeza para actuar rápido”.

Y es que, en Xalapa, y en general en el estado, la cantidad de feminicidios se ha incrementado en los últimos tres meses. A esto se suma el robo a comercios, en donde la mayor parte de quienes atienden son mujeres. 

Una joven que pidió no revelar la empresa para la que trabaja cuenta que hace dos meses llegaron dos hombres con lentes y gorra. Desde que entró los vio sospechosos.

“Entraron y empezaron a rondar los pasillos, yo lo vi y le dije a mi compañero, tenía miedo. Vimos que los dos se metieron cosas en las chamarras, pero nos hicimos del avión”.

Narra que salieron de la tienda como si nada y que ellos no fueron capaces de exigirles pagar la mercancía por el miedo de sufrir alguna agresión.

Como estas, hay miles de historias de mujeres que no quieren celebrar el día, pero que exigen respeto a sus derechos, que se les vea como iguales y como personas que no deben “ganarse” el derecho a ser escuchadas, porque ya tienen ese derecho.

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