Regina Montes

Xalapa, Ver.- La humanidad contemporánea vive deslumbrada por los avances técnicos, interplanetarios y cibernéticos, por el anhelo de la riqueza y el dinero como la cumbre de la felicidad, por el desenfreno del gusto y del placer erótico sexual, por el culto a la imagen, a la moda y al glamour, lamentó el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios.

“Sin embargo, tiene la vista enceguecida ante el respeto de la vida y de la dignidad humana, ante el reconocimiento y la práctica de los auténticos derechos humanos, ante el cultivo y cuidado de la creación y del entorno ecológico, ante la paz, la justicia y el estado de derecho”, dijo en un mensaje.

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Así, el prelado aseveró que solamente la luz de la recta razón y la fe en Jesucristo pueden lograr que exista un mundo más hermoso.

Reyes Larios recordó el pasaje evangélico de hoy, San Marcos (10, 46-52), el cual presenta a Jesús saliendo de Jericó, acompañado de sus discípulos y de mucha gente, subiendo hacia Jerusalén para vivir la Pascua definitiva, es decir, su Muerte y Resurrección.

A la orilla del camino estaba sentado un ciego, llamado Bartimeo, pidiendo limosna. Al escuchar que quien pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”, y a quien Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado” por lo que Inmediatamente recobró la vista y comenzó a seguir a Jesús por el camino.

Expuso que Jesús sana una ceguera exterior que es el signo visible de una curación interior pues luz entró en la vida de Bartimeo a través del seguimiento de Jesús Mesías y por eso lo llama, aunque moleste a los demás.

“La vista recuperada es el comienzo de un camino vocacional, es decir, de la respuesta a un llamado explícito de Dios, que invita a ir tras los pasos de Jesús.

Entre nosotros la ceguera espiritual es una enfermedad endémica. Hay muchos que creen ver y por eso mismo están ciegos, dice San Juan”, añadió.

Señaló que aunque en ocasiones se piense tener todas las respuestas y se deja a Jesús al borde del camino en vez de seguirlo, ara superar la ceguera, hay que aceptar que existe una necesidad de Dios.

“Muchos necesitamos liberarnos de las ataduras que aprisionan nuestra fe, tomar decisiones importantes y presentarnos ante Jesús con una nueva confianza. Ciego es aquel que no ve nada claro en su vida, que no ve el camino de la verdad. Ciego es también quien cierra los ojos sobre sí mismo y sobre el mundo, que se encierra en sus ideas prefabricadas o en la desesperación”, añadió.

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