Un día como hoy, hace 2 años, el entonces poderoso y soberbio gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa acudió al noticiero matutino de Carlos Loret de Mola, donde alrededor de las 8:10, anunció que presentaría su licencia al cargo.

La intención, dijo en ese momento, era para hacer frente a todas las acusaciones y señalamientos en su contra que lo ubicaban como autor de desvíos de recursos, hechos que calificó como calumnias.

De igual forma, resaltó que no huiría del país, que incluso continuaría viviendo en el Estado de Veracruz, particularmente en su natal Córdoba.

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Para esas fechas, Miguel Ángel Yunes Linares no sólo ya había ganado la elección, sino además ya había recibido la constancia de mayoría y había sido ratificado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Tras esa entrevista, donde un regordete Javier Duarte se mostraba sonriente, tranquilo y con soberbia se trasladó hacia el aeropuerto de El Lencero y en las oficinas del Gobierno de Veracruz acordó con quien era su secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado que él sería su sucesor por el periodo que restaba.

Luego de eso, se despidió de quien, tal vez ha sido la única persona que le ha sido leal, su entonces vocero Alberto Silva Ramos.

Finalmente, Javier Duarte abordó su camioneta del hangar y se retiró a su domicilio ubicado en el Club de Golf. A su salida cuatro reporteros intentamos obtener una entrevista pero sólo dio un saludo a través de la ventana de su camioneta.

A partir de ahí, el resto de la historia ya es conocida e implica un helicóptero, ayuda para escapar, andar a salto de mata, pasaportes falsificados, una captura en Guatemala, una extradición, un proceso judicial que terminó con la ridícula pena de 9 años de prisión y 59 mil pesos de multa.

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