La relación de cordialidad que imperaba entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y México, Andrés Manuel López Obrador, parece haber llegado a su fin después de que en las últimas horas los dos mandatarios intercambiaron críticas fuera del habitual tono amistoso.

El presidente López Obrador acusó a Estados Unidos por no cumplir con su compromiso de apoyar al sureste de México para crear empleos y frenar la migración ilegal hacia la frontera norte.

Se trató de una respuesta implícita a un pronunciamiento previo de la Casa Blanca, según la cual los nuevos brotes de coronavirus en territorio estadounidense, en particular en los estados sureños de Arizona, Texas, California y Carolina del Norte, se deberían a la llegada de mexicanos a ese país.

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Según funcionarios estadounidenses, al menos dos casos de contagios del nuevo coronavirus que construyen el muro de Trump atizaron el temor de que trabajadores mexicanos de la construcción estén propagando el virus en zonas fronterizos.

Washington cerró sus fronteras con Canadá y México en marzo pasado y acordó evitar viajes no esenciales entre los tres países, pero estadounidenses y mexicanos involucrados en el comercio bilateral y trabajadores agrícolas temporales, aún pueden entrar a Estados Unidos.

López Obrador recordó que a un año de acordar con Washington trabajar en conjunto para disminuir el flujo migratorio, mediante estrategias para crear empleos en el sur del país, no se ha contado con el apoyo de su poderoso vecino.

El 11 de julio de 2019, el canciller Marcelo Ebrard y Ryan Brenna, titular de la Corporación de Inversión Privada en el Exterior, una agencia del gobierno de Estados Unidos, firmaron cartas de intención para invertir 800 millones de dólares en dos proyectos en la zona meridional de México.

Se trataba de una planta de gas natural y otra de energía eólica que prometía llevar prosperidad y crear empleos y nuevas esperanzas de vida a los millones de mexicanos que habitan el llamado “sur profundo” de México, la región más postergada y con mayor población indígena del país.

El 18 de diciembre de 2018, apenas unos días después de iniciado el sexenio, el canciller Ebrard dio a conocer una declaración con Estados Unidos para continuar modernizando la relación bilateral, que incluía aumentar la inversión al sureste de México y en Centroamérica para crear una zona de prosperidad.

“Hay que decir que no cumplió el gobierno estadunidense con el ofrecimiento de que iban a destinar inversión al sur-sureste con ese propósito de crear cortinas de desarrollo de sur a norte para que la gente no se vea obligada a migrar”, explicó López Obrador.

México negoció el año pasado la iniciativa, que incluía a El Salvador, Guatemala y Honduras, las naciones que forman el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, origen de las olas migratorias para huir de la pobreza y la violencia.

El Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México, fue auspiciado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y presentado en la última asamblea general de Naciones Unidas en septiembre de 2019.

Ebrard recordó que el proyecto incluía una inversión de 5 mil millones de dólares en el sur de México y el compromiso de Washington de destinar 5 mil 800 millones de dólares para reformas institucionales y el desarrollo económico en el Triángulo Norte.

El proyecto fue creado luego de la avalancha de caravanas de centroamericanos que cruzaron México a partir de octubre de 2018 con destino a Estados Unidos, en medio del rechazo de Trump y su amenaza de frenar a toda costa esa ola migratoria.

Analistas políticos consideran que de nueva cuenta Trump está usando la “carta mexicana” para levantar su alicaída imagen en las encuestas, a la luz del éxito que logró en su campaña anterior, cuando logró un gran apoyo de su base al acusar a los mexicanos que ingresan a su país de ser “narcotraficantes”.

Trump ha sido acusado por la oposición demócrata de gestionar pésimamente la pandemia del nuevo coronavirus al grado que Estados Unidos figura como el país con más contagios y muertes en el mundo pero el jefe de la Casa Blanca atribuye parte de ese resultado a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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