La Suprema Corte de México de Justicia (SCJN) en México, el segundo país más católico del mundo debatirá en los próximos días si es acorde con el Estado laico la exhibición pública de nacimientos con motivo de la Navidad, lo que también podría afectar las masivas peregrinas de fieles a santuarios religiosos.

Se trata de un asunto crucial que toca las fibras más sensibles del sistema de creencias de millones de ciudadanos, por lo que ha puesto en pie de guerra a numerosos sectores, principalmente a la jerarquía católica y a grupos conservadores.

Debido a que se trata de una cuestión delicada, que afecta al 77.7% de la población que según el censo del 2020 se declara católica, aunque uno de cada 10 mexicanos se dice “cristiano”, el máximo tribunal decidió posponer la discusión para los próximos días, luego de programarla para el pasado 9 de noviembre.

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En el entretiempo se siguen acumulándose muestras de rechazo a la exigencia de algunas personas que consideran que los llamados “belenes” (pesebres), dañan el Estado Laico y representan un gasto a costa de los contribuyentes sufragado sobre todo por administraciones municipales.

Hace unos días, organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Abogados Cristianos, Hazte Sentir, Bastión Político y Frente Nacional por la Familia, entregaron más de 40 mil firmas a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), exigiendo que se respete el derecho a la libertad religiosa en México.

Además, instalaron una representación de la “Natividad” en el exterior de la sede de la Suprema Corte, en el corazón del centro histórico de la capital.

La demanda fue presentada en 2020 por el activista Fernando Aguirre, quien consideró que la instalación de los tradicionales nacimientos de Cristo en la municipalidad de Chololá, un poblado de unos 5 mil habitantes del estado de Yucatán iba en contra de la separación Iglesia-Estado consagrada en la Constitución.

Aguirre, de la ONG Kanan Derechos Humanos, llamó a los magistrados de la Suprema Corte a auspiciar un “laicismo positivo” que defiende la libertad de manifestar la fe sin interferir en el gobierno, pues los nacimientos suelen ser financiados con fondos públicos.

Entre los argumentos que sustentan la querella figura que la comuna, al auspiciar estas representaciones, que suelen ser un gran atractivo turístico, muestran “una preferencia por los católicos cuando ninguna religión o culto debería recibir una atención especial”.

El proyecto de sentencia, presentado por el ministro Juan Luis González, propone prohibir la colocación de nacimientos o cualquier otro adorno o símbolo que haga alusión a una convicción religiosa.

Asimismo, considera que la colocación de estos elementos en espacios públicos “vulnera la libertad religiosa y los principios constitucionales del Estado laico, así como el principio de igualdad y no discriminación y va contra de la utilización de recursos públicos para estos adornos”.

Si se aprueba el proyecto, la municipalidad no podrá instalar su tradicional nacimiento, pero lo que preocupa más a amplios sectores que rechazan la propuesta es que se siente un precedente, con lo que “se estaría diciendo adiós a los nacimientos y a las peregrinaciones en la vía pública”, alertó el abogado y analista Javier Tejeda.

Se refería entre otras cosas a la Pasión de Cristo, que se celebra en Iztapalapa, un gigantesco y sobrepoblado suburbio al oriente de la capital, que atrae a unos 2 millones de personas cada año y las peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe, el segundo santuario más visitado del mundo, con 7 millones de fieles cada año.

La Arquidiócesis de la Ciudad de México apeló al “laicismo positivo” a través del sacerdote Mario Flores, director de la Comisión de Doctrina de la Fe, quien propuso “respetar las diferentes manifestaciones sociales y religiosas y las convicciones éticas, con armonía e inclusión”.

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se mostró en contra de la iniciativa bajo el argumento de que “toda persona tiene la libertad de manifestar su religión o creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado”.

“Las innumerables festividades religiosas”, sean budistas, católicas o judías, todas ellas “coloridas y con cientos o miles de años de tradición (.) nos hacen ser el México vibrante y multicultural que somos. Tratar de quitarlas no nos hará más, al contrario”, afirmó Tejado.

El funcionario recordó que, en 1926, tras un decreto del entonces presidente Plutarco Elías Calles para limitar las manifestaciones religiosas, se desató la llamada “Guerra Cristera”, que arrojó más de 90 mil muertos. 

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