Las circunstancias actuales ponen dura prueba al sistema democrático nacional. El presidente López Obrador muestra pertinaz insistencia en construirse un camino especial y ajeno a la observación y a la crítica, lejos de los cauces constitucionales por los que discurre el estado de derecho en México. En su tercer año de gobierno no han sido pocos sus intentos para aplastar a los otros dos poderes de la unión, para cancelar o disminuir a los diversos órganos autónomos y para acabar con los equilibrios de poder conseguidos en las últimas décadas.

Lo más reciente en los despropósitos trazados desde el palacio nacional, tiene que ver con los ataques al Instituto Nacional Electoral (INE), a raíz de la defenestración que este organismo hizo del candidato morenista a la gubernatura de Guerrero. AMLO resolvió el asunto de su compadre Félix Salgado Macedonio, designando a dedazo puro a la primogénita del guerrerense, generando el disgusto de mucha gente y del propio partido en ese estado. La actitud que está enseñando el jefe de la república está vestida de constantes imposiciones antidemocráticas y fuera de la ley. 

Pero en esa persistencia obsesiva en hacer valer sus decisiones a toda costa y con datos inventados en las mañaneras, el tabasqueño no ha tenido trabas para atacar y hacer a un lado a personalidades que le fueron leales como Porfirio Muñoz Ledo, a quien el partido MORENA impidió su legítimo derecho a buscar la reelección como diputado federal. Otro caso suscitado en los últimos días, que lo trae sumamente preocupado, fue el trágico accidente de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México (con 25 víctimas mortales), que desestabilizó los cimientos del régimen obradorista, fundamentalmente en la integridad política de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, involucrados en su construcción y mantenimiento. Antes hubo otros casos igualmente graves y de naturaleza diversa que han disminuido la simpatía popular del mandatario.

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Por razones así se acrecienta en los mexicanos la percepción de que su presidente se aleja de la actitud justa y congruente de un auténtico hombre de Estado. 

Por ello no resulta extraña la columna de Rolando Cordera el domingo pasado en La Jornada. El prestigiado académico y analista político escribió de esta manera: “El presidente en una salida antipolítica y sin base alguna acusa al INE de las desventuras que ha tenido o vaya a tener nuestra democracia. La democracia y su estado de derecho son puestas en entredicho y es obligado exigir un alto en este camino al abismo y restablecer pronto el diálogo político democrático”. 

También ese día Muñoz Ledo publicó con elocuente fotografía en Twitter este mensaje: “Hoy como hace 35 años, nos reunimos los tres grandes luchadores de la democracia contemporánea, la senadora Ifigenia Martínez, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y yo”. Y ayer dijo, en entrevista con Adela Micha, AMLO quiere perpetuarse en el poder y miente todos los días: Muñoz Ledo.

El todavía diputado anunció hace poco que, ante las flagrantes violaciones del ejecutivo, encabezará el Frente Amplio en Defensa de la Constitución, con objeto de defender a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los órganos autónomos y al estado mexicano en su conjunto. En una entrevista con El Universal denunció que el ejecutivo denosta a los magistrados y a las instituciones que no le son sumisas, obedientes o abyectas, recalcando que “la Constitución está siendo cínicamente violada”.

Pero la lucha por la democracia también es tema central en Estados Unidos. En su primer discurso ante el congreso este 29 de abril, el presidente Joe Biden dio a conocer una serie de medidas a tomar en ese país. Hizo un guiño político a la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi y a su Vicepresidenta Kamala Harris, con gran respeto y buscando apoyo para sus iniciativas. Una fecha histórica por la presencia de ambas mujeres, a las que ya señalan con posibilidades sucesorias.

Aprovechó para difundir nuevos y enormes programas, afirmando que el futuro del país está en juego.  También dijo que “Tenemos que reconstruir mejor. Me gustaría reunirme con aquellos que tienen ideas diferentes. Damos la bienvenida a las ideas. Pero no hacer nada, no es opción. Más gobierno cuando se trabaja bien, puede mejorar la vida, Tenemos que demostrar que la democracia aún funciona, que nuestro gobierno funciona y puede cumplirle a la gente. Y remató con estas palabras: “Los autócratas no ganarán el futuro. Estados Unidos lo hará”.

Diferencias abismales las de AMLO ante Muñoz Ledo y el presidente Biden, estos últimos con 60 o más años de edad. Preparación, estatura y valores al servicio de la sociedad, lejos de manías y obsesiones mesiánicas. 

La democracia es el mayor valor que pueden tener los mexicanos.

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