El umbral (absoluto) es un primer límite o la menor cantidad de intensidad posible para que un estímulo sea detectado.

Y se habla de este umbral absoluto en los cinco sentidos, vista, oído, gusto, tacto y olfato; aunque también se puede hablar de umbrales en relación a la frustración, a la mayor o menor tolerancia en situaciones aparentemente estresantes. La psicoterapia viene a ampliar esa tolerancia a situaciones aparentemente desagradables.

Cada sentido tiene su propio nivel absoluto y para cada persona puede cambiar también. Para denominarlos así, tenemos que dar una respuesta positiva el 50 % de las veces frente al estímulo.

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Umbral diferencial

Umbral diferencial será la intensidad necesaria para notar un cambio en la percepción de un estímulo.

Los sentidos son educados culturalmente de tal manera que algunos humanos pueden oír el sonido de un reloj a seis metros de distancia. Oler un perfume habiendo seis habitaciones de por medio o ver la llama de un mechero a 48 kilómetros. Por ello, los sentidos han sido imprescindibles en la supervivencia de la especie.

En lo referente a situaciones de alta emocionalidad, algunas veces podemos quejarnos de una situación por tener bajo el umbral de irritabilidad y por lo tanto aparece la disforia o la irascibilidad.

Por ejemplo, en una familia donde los niños siempre gritan pero cuando el padre o la madre tienen una situación estresante en el trabajo, no calman al hijo y le gritan más o le pegan.

Entonces, ese chillido infantil habitual se ha convertido en el desencadenante y aunque en volumen hubiese sido similar al de otras ocasiones, el problema previo o la falta de herramientas personales hacen que el umbral de la irritabilidad haya bajado y por tanto, existe una molestia elevada en el padre.

En sesión podrán referir: “Es que hoy no me aguanto, es que todo me molesta” .

Y de alguna manera es cierto, las variables estimulares de otros días eran toleradas y ahora se convierten en disparadores de la tensión familiar.

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