Los casos de infecciones de transmisión sexual se han disparado en las últimas dos décadas. La gonorrea se ha multiplicado casi por 25 y la sífilis por 10, mientras la clamidia ha subido un 245 %. ¿Cómo se puede frenar el ascenso de estas patologías que no son banales sino que pueden tener consecuencias graves para la salud?

El último informe de Vigilancia Epidemiológica de las infecciones de transmisión sexual en España, publicado hace unas semanas, pone de manifiesto este incremento exponencial de casos y en EFEsalud analizamos las causas y posibles soluciones con expertos del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos IIII y de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clinica (SEIMC).

Las ITS en cifras

El informe recoge los datos relacionados con la infección gonocócica -la gonorrea-, la sífilis, la sífilis congénita, la clamidia y el linfogranuloma venéreo (LGV), de estas dos últimas se hace seguimiento desde 2015, con lo que no hay información de toda la serie como en las otras, que se vigilan desde 1995.

La sífilis y la gonorrea, de la que hay información desde hace más años, protagonizaron un valor mínimo al inicio de los 2000 y desde entonces han ido en aumento progresivamente, al igual que las otras.

En 2020 descendió el número de casos que el informe lo atribuye “en mayor o menor medida” a la pandemia, por el confinamiento y la sobrecarga asistencial.

Los últimos datos disponibles reflejan que los casos de clamidia se han incrementado un 245 % desde 2016. En concreto, el informe indica que en 2022 se confirmaron 26.518 casos.

La gonorrea se ha multiplicado por casi 25 en dos décadas. En 2022 se notificaron 23.333 infecciones gonocócicas, con una tasa de incidencia por cada 100.000 habitantes de 49. Esa tasa en 2001 era de 2.

En cuanto a la sífilis, los casos se sitúan en 8.141, cuando comenzó la serie eran 1.010, y en 2002 llegaron a bajar hasta los 734. Y de la sífilis congénita precoz en 2022 se notificaron dos casos de niños menores de dos años, diagnosticados en los primeros meses de vida. El año anterior fueron cinco.

De linfogranuloma venéreo hubo 912 casos, mientras que en 2016 se confirmaron 248; en 2017, 414; en 2018, 283; en 2019, 480; en 2020, 646; y en 2021, 654.

Causas del incremento de casos

La responsable de la unidad de vigilancia del VIH e infecciones de transmisión sexual en el CNE del ISCIII y una de las autoras del informe, Asunción Díaz, considera que parte de este incremento de casos de las ITS puede responder a una mejora de los sistemas de recogida de información, pero fundamentalmente lo achaca a cambios en la forma de relacionarse de las personas.

“Actualmente se tienen más parejas que antes. Se ha reducido la edad de inicio de las relaciones sexuales”, señala Díaz, quien resalta, además, en que se ha reducido el uso del preservativo.

De hecho, apunta la investigadora, un informe publicado por el ISCIII en 2020 reflejaba que el 80 % de los jóvenes entre 15 y 29 años lo utilizaba pero el porcentaje se reducía conforme aumentaba la edad y entre los 25 y los 29 años se usaba menos.

Las ITS reflejan los cambios sociales

Desde la SEIMC, su portavoz, Jordi Casabona, opina también que las ITS se han disparado porque las personas se exponen más. Y lo hacen porque el tipo de relaciones sexuales ha cambiado mucho en las últimas dos décadas.

“Siempre digo que históricamente las ITS reflejan mejor los cambios sociales de los países, de las sociedades. Actualmente estamos asistiendo a un cambio muy importante en el tipo de relaciones sexuales, Y ya no están tan moralizadas”, subraya el portavoz de la SEIMC.

Y si no se utiliza el preservativo, se pueden producir estas infecciones, destaca Casabona, quien también es director del Centro de Estudios Epidemiológicos sobre las ITS de Cataluña.

Además, no hay tantas parejas monogámicas, especialmente en jóvenes, y las redes sociales están jugando un papel muy importante: “Es muy fácil tener relaciones con personas con contactos nuevos y además tener más de una a la vez, con lo cual esto epidemiológicamente facilita mucho la eficiencia de la transmisión”, abunda Casabona.

En resumen: “Si hay más relaciones, más frecuentes y menos protegidas, hay más transmisión”, zanja.

¿Hay un perfil?

En cuanto al perfil de las personas que contraen infecciones de transmisión sexual, la investigadora del ISCIII subraya que son más frecuentes en los hombres, excepto la clamidia, que suele serlo en mujeres.

Según el informe: el 79,9 % de casos de gonorrea están protagonizados por hombres; el 89 %, de sífilis; el 51,8 % de clamidia; y el 98,5 %, de linfogranuloma venéreo.

Y en general, se producen “en la edad media de la vida”, como en adultos jóvenes, aunque el porcentaje de los casos de menores en adultos jóvenes es más elevado precisamente en clamidia y gonorrea.

“Este patrón es más típico de algunos colectivos, como pueden ser subgrupos, porque tampoco es homogéneo de los hombres que tienen sexo con hombres y en general de los jóvenes, entendiendo que nunca se puede generalizar”, apostilla Casabona.

No son infecciones banales, tienen graves consecuencias

Y estas infecciones aunque tienen fácil tratamiento con antibióticos, ya que están causadas por bacterias, pueden tener graves consecuencias.

La investigadora del ISCIII subraya que, por ejemplo, la sífilis puede cursar en diferentes estadios y si no se trata adecuadamente pueden producir efectos secundarios a largo plazo que pueden ser tanto cardiovasculares o neurológicos, entre otros.

“Son un conjunto de patologías que se caracterizan entre ellas porque el sexo es importante como mecanismo de transmisión y cada una de ellas presenta una serie, una peculiaridad y por eso son importantes para vigilar”, sostiene Díaz.

Además, si una mujer tiene la infección durante el embarazo y no se trata puede producir sífilis congénita.

En el caso de la infección gonocócica, igual, si no se trata, puede producir también problemas de infertilidad, como ocurre con las otras ITS.

“Son infecciones banales, pero que implican unas posibles secuelas graves”, añade el portavoz de la SEIMC.

El Plan estratégico para el control del VIH e ITS

Para Casabona los cribados son parte de la solución, pero deben estar dirigidos a la población que de entrada tiene más riesgo de adquirir la infección correspondiente, y que estén definidos en los protocolos clínicos.

Díaz, por su parte, incide en que existen protocolos establecidos y métodos de diagnóstico eficaces, que hay tanto para atención primaria, como en atención especializada.

Y en ocasiones estas infecciones pueden producir pocos síntomas o molestias inespecíficas, que pueden pasar desapercibidas. En estos casos la persona tiene que estar en alerta si ha tenido una relación sexual no protegida, en cuyo caso tiene que acudir al médico.

Díaz explica que hay vigente un plan estatal estratégico, coordinado con las comunidades autónomas, hasta 2030 con una serie de objetivos y acciones dirigidos a la prevención y control de la infección por VIH y las ITS en España.

Dentro de ese plan, resalta la investigadora, hay acciones dirigidas a la prevención primaria, es decir, a la reducción de la incidencia, con, por ejemplo, campañas específicas para los jóvenes.

Además, el Ministerio de Sanidad tiene un convenio con Cruz Roja para realizar acciones formativas y también de información, con canales específicos en los que la gente puede consultar información.

Y otras acciones destinadas a la prevención secundaria que se refieren a una vez que la persona ya tiene la infección, y que, entre otras cosas, pasa por tratar de que la persona no la extienda a otras.

Concienciación, preservativo y educación sexual

El portavoz de la SEIMC insiste en que no hay una sola medida para frenar el ascenso de las ITS pero una de ellas pasa por analizar por qué se ha producido la disminución del uso del condón.

“Hay aspectos como la anticoncepción de emergencia, como la PrEP – Profilaxis preexposición al VIH- en algunos subgrupos de personas que han hecho que piensen, ‘bueno, si ya no tengo que protegerme de esas cosas, pues ya no uso preservativo'”, reflexiona Casabona.

En este sentido, abunda en que controlamos mejor los riesgos como el embarazo o infectarse por el VIH que de otras como estas infecciones.

Y no se trata de meter miedo sino de dar a la ciudadanía elementos para que puedan poner en valor el riesgo que supone adquirir una infección de transmisión sexual.

“Si una persona está infectada puede infectar a otra y tiene que ser consciente de esa responsabilidad y por tanto, yo creo que se tiene que transmitir ese concepto de riesgo y que tengan la información, especialmente los jóvenes”.

Casabona recuerda, además, que hay una red de ONG que ofrecen de forma gratuita y confidencial las pruebas de distintas ITS. Y desde la SEIMC están investigando otras aproximaciones al paciente como por ejemplo recoger una muestra en casa y enviarla por correo para el análisis.

En su opinión, las campañas institucionales son necesarias y útiles pero a largo plazo no son tan efectivas con lo que apuesta, además, por “acciones de fondo más relevantes” como la existencia de una educación sexual que permita a los jóvenes conocer los riesgos de las ITS, pero no solo eso, también todo lo relacionado con la salud sexual y reproductiva.

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