En un nuevo estudio, presentado el pasado domingo en la reunión anual de la Endocrine Society, ENDO2022, se ha relacionado el estrés pandémico por covid-19 con trastornos en la ovulación, sin cambios evidentes en sus ciclos menstruales. Así, casi el 66% de las 112 mujeres estudiadas durante la pandemia tenían trastornos subclínicos de la ovulación, en comparación con solo el 10% de las 301 bajo estudio 13 años antes.

La investigación, dirigida por la Dra. Jerilynn Prior, de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver, buscaba documentar el ciclo menstrual y las características de la ovulación durante la pandemia, así como proporcionar evidencia de que los factores estresantes socioeconómicos y emocionales alteran la ovulación. Las mujeres de ambos estudios tenían una edad promedio de 29 años, menstruaban, y no usaban anticonceptivos hormonales.

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La ovulación generalmente ocurre unas 2 semanas antes del comienzo del período menstrual. Las perturbaciones “silenciosas” observadas durante la pandemia incluyeron la liberación del óvulo antes de que el útero esté listo para que ocurra el embarazo, y la no liberación del óvulo (anaovulación), indicaron los investigadores en su exposición.

En el estudio se constató que durante la pandemia más de la mitad de las mujeres que presentaron trastornos ovulatorios silenciosos, dentro de los ciclos menstruales regulares (de unos 30 días), presentaron anaovulación, lo que podría aumentar el riesgo de esterilidad femenina.

Los diarios menstruales llevados por las participantes mostraron significativamente más ansiedad, depresión, frustración, estados de ánimo negativos, estrés externo percibido, problemas para dormir y dolores de cabeza durante la pandemia que antes de la misma.

En sus conclusiones los autores sugieren que múltiples factores estresantes de la vida cotidiana pueden alterar la fertilidad de las mujeres, a pesar de que no haya cambios en la duración del ciclo menstrual. Es importante indicar que este estudio constituye una investigación preliminar, que aún requiere resultados adicionales para corroborar estos hallazgos, y que todavía no ha sido revisado por pares.

El efecto del estrés sobre aspectos fisiológicos y genéticos en el ser humano ya ha sido documentado con anterioridad: en un estudio, publicado en la revista Epigenomics, un equipo de científicos determinó que el terror que se instaló en Ruanda durante el genocidio de los tutsis por parte del gobierno hegemónico hutu en 1994 cambió el ADN de las mujeres embarazadas que se encontraban en el país en aquellos tiempos, e incluso el de sus hijos.

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